"Mi toreo lo veo dentro de un tipo de jazz como el de Miles Davis"
Hoy cierra la feria el que es probablemente el torero favorito de Madrid. Pero Luis Francisco Esplá (Alicante, 1957) es más que un torero: intelectual, artista, hombre sensible, estudió tres años de Bellas Artes y sigue pintando, como se ha visto en el libro Con su permiso, don Joaquín (Asociación El Toro de Madrid), una reunión de textos del maestro Vidal en la que Esplá ha diseñado la portada y la contraportada. Aquí habla de sus diferentes pasiones: el toro, la literatura, la música, la pintura. Y declara: "A mí lo que me gusta, la verdad, es el toro difícil".
"El toro difícil requiere hacer un esfuerzo intelectual, pensarlo. No te permite licencias"
Respuesta. Son muchas cosas, se toca la figura del torero en todos sus aspectos y circunstancias. El entorno primario del torero. Y es a la vez una obra literaria magnífica, con todas sus resonancias, que trasluce el personaje del torero tal como es, su profunda personalidad. El torero siempre es un personaje, por mediocre que sea, que no todos saben desarrollar, y que en el caso de Belmonte está realizado de manera singular.
P. Quedar convertido en literatura, y de esa manera ser eterno. Usted ha dicho que gracias a Joaquín Vidal será recordado por lo que ha hecho...
R. No sólo yo seré recordado. Toda una época será recordada y estará en la historia gracias al magisterio de don Joaquín.
P. La palabra es el resumen de todos los sentidos, y por ella quiere ser recordado. Usted ha dicho que los medios audiovisuales anulan las sensaciones.
R. El medio audiovisual mata la esencia de aquello que refleja, en el sentido de que lo congela. La palabra devuelve aquellas esencias dormidas y deja vagar la imaginación y recrearse en lo que se percibe, reconstruirlo. No te ciñe como la imagen a lo que te enseña.
P. Estéticamente, ¿qué relación ve entre el cine mudo y el toreo?
R. El cuerpo es el que consigue que se cambie el medio de expresión, comunicarse. Hay dos seres opuestos en el toreo, uno racional y otro irracional. En ese cruce en el que nadie se explica lo que sucede, pero ocurre, surge el milagro, la expresión. Es la relación que se puede encontrar con el cine mudo y el toreo.
P. ¿El ruedo es un lienzo desnudo sobre el que pintar en vivo un cuadro fugaz y verdadero?
R. El toro es el material sobre el que se crea. El ruedo es el marco donde se da todo ese fenómeno. La escena es lo que se produce dentro de la plaza.
P. Fernando Villalón y el toro indómito. ¿Qué diferencias tiene con la actual aquella tauromaquia del siglo XIX?
R. Ha cambiado totalmente. Aquella tauromaquia está sujeta a los albores del toreo. En la actualidad el toreo está lleno de argumentos. No es sólo el rito, la liturgia. Ahora se producen unos acontecimientos que le dan un acentuado significado de arte, que en estos momentos se da como nunca. Cuando sucede, claro, que es pocas tardes. El contexto ahora está engrandecido.
P. El grito, de Edvard Munch, ¿es el pavor, la desesperación?
R. En el arte se pueden hacer múltiples lecturas, según el estilo de cada obra. Para hacerlo es necesaria la experiencia, el conocimiento. Hay que tener bagaje. Hay que tener historia para saber apreciar y disfrutar en toda su dimensión esa obra. Pasa lo mismo en el toro. Se debe conocer para comprender. Y eso requiere un esfuerzo intelectual.
P. ¿Qué color tiene el miedo?
R. El miedo tiene sordidez. Y es una mezcla de colores. En esa mezcla se resumen todos los colores. Su esencia sería espiritual, y en ese caso de color blanco. Pero en la práctica el miedo es gris oscuro.
P. ¿Cómo se planteó el diseño de la portada del libro Con su permiso, don Joaquín?
R. Es la historia de una nostalgia y de una ausencia. Refleja esa ausencia que no es la nada, pues ese hueco de la figura tiene el fondo de su universo, de su mundo, el aire onírico de esas nubes que flotan, es lo que era y donde nos vemos. El universo del hombre que nos dio vida. Y en la contraportada están todos los personajes que nos hemos quedado solos por su ausencia. El paisaje de fondo desolado de luces de la portada también es la soledad que, como la muerte, es de donde venimos y adonde volvemos. Solos otra vez.
P. ¿Le gusta el flamenco? ¿Y si le digo que de música de fondo a su estar en el ruedo pondría un cante por martinetes o por granadinas y tarantas?
R. Si usted lo ve así... Y sí, me gusta el flamenco. Pero soy selectivo. Como en la ópera, que también me gusta. Pero eligiendo mucho. Tal vez me va más ese tono mediterráneo, aparentemente intrascendente, pero que es una manera profunda de entender la vida. Yo me veo más bien dentro de un jazz como el de Miles Davis.
P. Goya para su tarde de hace unos diez años en San Isidro con los toros de Cuadri. Y Velázquez para la Feria de Otoño con toros de Victorino, en la que cortó dos orejas después de torear de frente al natural en los medios...
R. Goya roza el tenebrismo. Es un cronista veraz y fidedigno de su época. Yo estoy lejos de ese mundo. Me gusta el toreo más vivaz y aromatizado. Como refleja el aire Velázquez y su técnica perfecta está más cerca de mi concepción, ese fluir del color y el movimiento. Me encuentro más cerca de la luz de Velázquez.
P. "Yo me tomo el toreo como un acto creativo, a partir de considerar al toro como un material sublime", ha declarado usted en el libro Por los adentros, de los hermanos Boix.
R. El toro complicado requiere hacer un esfuerzo intelectual, pensarlo, ese toro que no te permite licencias. A mí lo que me gusta, la verdad, es el toro difícil.
P. Antonio Machado para los días luminosos y César Vallejo para las tardes de sentir dramático.
R. Prefiero a Machado de siempre. Y su imagen de humildad que da la experiencia, y "esa segunda inocencia que da no creer en nada".
La corrida de hoy. Toros de Victorino Martín para Luis Francisco Esplá, El Cid y Fernando Robleño. A las siete de la tarde.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.