El primer Oscar
'Volver a empezar', de José Luis Garci, en la colección de EL PAÍS
El Oscar a la mejor película de habla no inglesa para Volver a empezar reforzó la creencia de que el cine español se encontraba entonces en un momento óptimo. Pocos meses después de que el Partido Socialista hubiera formado su primer Gobierno, el Festival de Berlín había concedido su Oso de Oro al conjunto de la presencia del cine español, representada aquel año a concurso por Las truchas, de José Luis García Sánchez, y Las palabras de Max, de Emilio Martínez Lázaro. Al mismo tiempo, una nueva ley para el cine, capitaneada por la directora general Pilar Miró, prometía ampliar horizontes, momento optimista que al propio Garci le hizo pensar que "el cine español es el mejor de Europa. Aunque estamos totalmente colonizados por el cine americano, el cine español es de los mejores desde hace por lo menos cuatro años".
"Quería contar una historia de amor a una mujer, a los amigos y, sobre todo, a la vida"
Volver a empezar cuenta la historia de un viaje fugaz a Gijón, regresando de recibir el Premio Nobel de Literatura 1981 en Estocolmo, de Antonio Miguel Albajara (Antonio Ferrandis), ex futbolista del Spórting y hoy profesor de Literatura Medieval de la Universidad de Berkeley, quien tras la Guerra Civil española se había exiliado, primero en Francia y luego en México, tras haber sobrevivido a un campo de concentración. Pero la auténtica razón por la que Albajara ha regresado a su ciudad natal no es la de festejar el Premio Nobel, sino porque le han dado unos meses de vida y quiere despedirse de su tierra... y de su antiguo y verdadero amor (Encarna Paso).
"Fundamentalmente, quería contar una historia de amor", comentó José Luis Garci al presentar la película, "pero no sólo la de un hombre y una mujer, sino también el amor a unos amigos, a un paisaje y, sobre todo, a la vida. Una película que evita todo tipo de morbosidad y sofisticación, serena y tranquila, para que el espectador la vea con una sensación de bienestar. Una historia para recuperar el encanto supremo en este tiempo de desencanto, la fe en el ser humano y en la vida. La gente como Antonio y Elena, los protagonistas, no está desencantada ni lo estará mientras respire; es, pues, una película de jóvenes para jóvenes, porque, como dice Antonio, 'sólo se envejece cuando no se ama".
Sin embargo, tras obtener el Oscar de Hollywood, la curiosidad, primero, y el posterior entusiasmo de los espectadores transformaron la película en un claro éxito de taquilla, a pesar de los reparos de algunos comentaristas. Por ejemplo, en este periódico, un editorial recordaba que "nueve veces ha estado España a las puertas del Oscar, con películas no inferiores en mérito a la que ahora lo ha obtenido", justificando el premio porque "una producción cultural en libertad, hecha por una generación nueva, tiene más posibilidades de conexión y de apreciación por un mundo igualmente libre", para concluir: "En cualquier caso, bienvenido sea el premio, que repara en la persona de Garci las injusticias o carencias cometidas con los otros realizadores, y que sin duda tiene una proyección específica cara a los castellanoparlantes de los Estados Unidos, y una justificación ideológica acorde con los sentimientos moderados de la Academia".
Mientras se celebraba con entusiasmo el Oscar y se aplaudían las interpretaciones de Antonio Ferrandis y de Encarna Paso (aunque ésta doblada, por lo que protestó públicamente), surgió alguna polémica sobre la conveniencia de que Garci hubiera rodado la secuencia en que el protagonista habla por teléfono con el Rey y recibe su felicitación. "Mi postura es a favor del Rey, y así lo escribí en el guión", aclaró Garci: "En la película no se habla de un supuesto rey, sino de don Juan Carlos, el Rey de todos los españoles... salvo de algunos. Incluso el personaje le llama casi colega, adelantándose a la actualidad de que el Rey sea candidato al Premio Nobel de la Paz".
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