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Galileo y las certezas electorales

Frente al baile de números de la noche electoral, contamos siempre con una certeza. Todos ganan o, más bien, todos dicen que ganan. No debe ser poco alivio que se terminen los besos sin mensaje y las sonrisas de azafato en prácticas, al menos hasta la próxima campaña electoral. Pero en el escenario vasco, la resaca electoral también devuelve a la playa de las certezas previas otra no menos curiosa: todo sigue igual. El contraste entre las esperanzas depositadas en la jornada electoral y el limitado alcance de los resultados, contribuye a que el trazo grueso acabe afirmando que nada ha cambiado. La yuxtaposición de ambas certezas me inquieta. ¿Todos ganan porque nada cambia?

"Eppur si muove", nos tranquiliza Galileo. Ni todos han ganado, ni todo sigue igual. Ciñéndonos a la comunidad autónoma, hay cambios incluso respecto de lo ocurrido el 13-M de 2001, principal referente de estas elecciones. Aunque fueran de naturaleza institucional diferente, su contexto político se parece más al actual que el de 1999.

El problema de los votos 'prestados' es que no vuelven sin más cuando los reclamas

Si comparamos los procuradores a Juntas que los partidos hubieran obtenido con aquellos resultados y los conseguidos ahora, anulando asimismo los votos recogidos entonces por Batasuna, vemos que ni todos ganan ni todo sigue igual. En estos dos años el PP ha perdido 8 procuradores, la lista de PNV-EA pierde 1, el PSE-EE gana 3 y EB IU gana 4. El procurador que ha logrado UA arrebata a PNV-EA la posibilidad de ganar uno más por la circunscripción de Vitoria-Gasteiz, y el obtenido por Aralar impide nuevamente a PNV-EA ganar otro por la circunscripción de Deba Urola.

El cuadro final, por tanto, dibuja un claro perdedor en estas elecciones. El PP toca techo en 2001 y comienza a ceder terreno de modo generalizado. Obtiene, como en 1999, un total de 34 apoderados, sin lograr uno solo de los 29 que obtuvo EH y que ahora se sumaban al reparto por la ilegalización de Batasuna. Pierde además la segunda posición en favor del PSE, mientras que con los resultados de 2001 hubiera obtenido 10 procuradores de ventaja sobre este partido. Su desgaste proviene tanto de la desmovilización, como de la fuga de una parte de su electorado al PSE. Su consuelo, haber logrado la primera posición en Vitoria y mantenerse por delante del PSE en Alava o en el Ayuntamiento de Bilbao. Un consuelo de alta carga política, que contribuye a alimentar una certeza que no lo es y marca la diferencia entre el envite y la boutade. El problema para el PP es que Javier Rojo lo sabe.

Las victorias presentan contornos difusos que también expresan movimiento. No sube, pero la coalición PNV-EA aparece como la triunfadora absoluta. Le basta con trasladar a las instituciones forales y municipales gran parte de su ascenso electoral en 2001, logrando mayorías absolutas y un papel central en la mayoría de los pactos municipales. La desmovilización del electorado abstencionista que consiguió llevar a las urnas en 2001 no ha repercutido en su posición de primacía en la mayor parte de las circunscripciones. Pero hay importantes diferencias territoriales. Se consolida en Vizcaya, confirma su ascenso en Álava -pero sigue sin ser suficiente-, y cosecha algún tropiezo en Guipúzcoa.

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Si no fuera por su carácter minoritario, EB-IU logra un triunfo indiscutible. A pesar del descenso de participación desde las autonómicas, sube en votos en todos los territorios, obtiene representación en muchos lugares donde no tenía e incrementa su relevancia al convertirse en el garante último de la mayoría de gobierno en ayuntamientos importantes como Bilbao o Getxo. Junto a la movilización máxima de su electorado, la captación de nuevos votantes y un pequeño sector de la izquierda abertzale, la ilegalización de Batasuna ha aumentado exponencialmente el valor de sus votos en el reparto.

El PSE también está entre los vencedores, aunque tenga motivos para sentirse insatisfecho. Sube de manera generalizada, arrebata al PP el segundo puesto y obtiene notables éxitos municipales en Guipúzcoa. Gana, pero no se le nota. Son sus candidatos los que protagonizan los éxitos municipales (Odón Elorza o Maite Pagazaurtundua, por referirnos a dos casos diferentes); continúa por detrás del PP en Alava y otras instituciones importantes; y se estrecha su margen de maniobra en los pactos postelectorales. Por si fuera poco, el debilitamiento de su feudo tradicional de la Margen Izquierda empieza a no ser coyuntural.

Por último, la gran incógnita de estas elecciones se cifraba en el comportamiento del electorado de Batasuna tras la ilegalización y la capacidad de AuB para aglutinar sus votos. De momento, y no es poco, ha conseguido frenar el desgaste. El paralelismo entre los votos obtenidos por Batasuna en 2001 y los dirigidos a las candidaturas anuladas refleja un suelo electoral que no presenta signos de erosión. Un éxito, sin duda; pero una victoria pírrica también, porque con el único argumento de la solidaridad frente a la ilegalización no puede aspirar a recuperar el espacio que se le fue a Batasuna en 2001. El problema de los votos prestados es que, cuando pides que te los devuelvan, no vuelven sin más.

En Guipúzcoa, algo del voto útil que recogió PNV-EA en las autonómicas ha vuelto a las plataformas municipales suspendidas, como en Hernani o Lezo. Pero apenas nada en Vizcaya o Álava. Menos aún el voto crítico de la izquierda abertzale. Aralar, que ahora traslada el desgaste a Navarra, ha supuesto una mínima competencia para PNV-EA entre ese voto, circunscrita sobre todo a algunos municipios guipuzcoanos, como Bergara o Arrasate.

Ni todos ganan, ni todo sigue igual. Pero los movimientos tampoco son tectónicos. Quizás habría que reformular a Galileo: "y sin embargo se mueve... poco". Hasta tal punto, que nos resistimos a abandonar las viejas falsas certezas, porque no tenemos con qué reemplazarlas. Los pactos postelectorales y el futuro político oscilan entre Galileo y las certezas que no lo son. Me temo que perderá Galileo. Todos ganan. Todo sigue igual.

Alfredo Retortillo es profesor de Ciencia Política de la UPV-EHU.

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