Homenaje
En Buenos Aires he recibido una comunicación del Ayuntamiento de Sevilla según la cual han puesto el nombre de mi padre, Salvador Valverde, a una plaza de esa ciudad (expediente 180 / 2003.) Mi padre logró éxito y reconocimiento popular creando, con Rafael de León y Manuel Quiroga, posiblemente las más inspiradas canciones andaluzas de la década de los treinta (Ojos verdes, María de la O, Ay,Mari Cruz, Triniá, María Magdalena, etcétera).
En los últimos días de la Guerra Civil se exilió en Francia y poco después continuó su exilio y su trabajo en Argentina. Mientras, en España, se omitía su nombre cuando un locutor anunciaba en la radio sus canciones y tácitamente se prohibía en cualquier publicación.
Valverde fue de los que se prometieron no volver a España mientras la gobernara Franco. Pero esperó en vano. Falleció, después de 35 años de exilio, en 1975, dos meses antes de que muriera Franco... Con el arribo de la democracia traté de recuperar la memoria histórica de mi padre, pero era muy difícil, porque 35 años de silenciar su nombre hicieron que para los periodistas jóvenes no apareciera en ninguna bibliografía. En 1989 -hace 14 años- escribí una carta a EL PAÍS sobre el tema y fue publicada con el título de "Terminar con una muerte civil". Fue una gran ayuda que me animó para continuar mi lucha.
El año pasado recibí también enorme apoyo de la Fundación Pablo Iglesias, a raíz de la exposición Exilio, que incluyó el nombre de mi padre entre otros protagonistas de aquel exilio, famosos o anónimos. Pero la satisfacción mayor la obtengo ahora con el homenaje que el Ayuntamiento de Sevilla brinda a Salvador Valverde, otorgándole su nombre a una plaza. En Babelia (31-5-2003) leo en un artículo de Tomás Segovia sobre Max Aub: "Lo mas triste del exilio... es que nos exilia de la historia". Es muy cierto, pero nunca hay que bajar los brazos para intentar subirse aunque sea al último vagón de esa historia.
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