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Crónica:CIENCIA FICCIÓN
Crónica
Texto informativo con interpretación

El teletransporte y el efecto túnel en 'X-Men 2'

LA CASA BLANCA, WASHINGTON DC. Una siniestra amenaza se cierne sobre el presidente de Estados Unidos. Alguien (¿algo?) ha burlado el meticuloso dispositivo de seguridad del presidente y se dirige al despacho oval. No es Bin Laden ni una becaria ultrajada. Se trata de un mutante, un ser excepcional capaz de teletransportarse (sí, han leído bien) y burlar el fuego cruzado del personal de seguridad. En un instante, se encuentra en línea de tiro; un lapso más tarde, se ha esfumado. De su paso, sólo resta una neblina azul, evanescente.

¿Quién es este singular personaje? Responde al nombre de Kurt Wagner (o Rondador nocturno, si lo prefieren) y constituye la última adquisición de ese particular elenco de mutantes capitaneados por el profesor Charles Xavier o su némesis, Magneto, que hace su aparición estelar en la gran pantalla en X-Men 2 (2003), de Bryan Singer.

La situación que plantea X-Men 2 agrava las dificultades inherentes a la teleportación: no en vano, necesita de un mecanismo viable para que todas las partículas que integran el orondo cuerpo del mutante Kurt Wagner atraviesen los muros de la Casa Blanca y sus estancias, repetidamente... En nuestro turbulento mundo macroscópico, todos los intentos por atravesar una pared, a lo bruto pero sin romperla, se ven coronados por el fracaso; pero en el sinuoso mundo de lo muy pequeño, las partículas subatómicas exhiben sorprendentes propiedades que vienen en ayuda de nuestro excepcional superhéroe. Entre ellas, la probabilidad de que una partícula atraviese una barrera insalvable merced al denominado efecto túnel cuántico, propiedad bajo la que una partícula exhibe un comportamiento típicamente ondulatorio. Los hilos de cobre presentan una capa de óxido, de propiedades aislantes, que inhibe la conducción (el tránsito) de los electrones de un cable al otro. ¿Cómo se transmite entonces la corriente eléctrica?, se preguntarán. Pues ni más ni menos que por efecto túnel cuántico.

Existen diversos fenómenos naturales basados en esta curiosa propiedad: por ejemplo, la emisión de partículas alfa (núcleos de helio, compuestos por dos protones y dos neutrones) por parte de isótopos radiactivos a través de la barrera de potencial nuclear sólo puede explicarse adecuadamente si se invoca este fenómeno.

Uno de los ejemplos más sorprendentes es el que tiene como protagonista a la singular molécula de amoniaco (NH3), compuesta por tres átomos de hidrógeno, espacialmente distribuidos en un mismo plano, y un solo átomo de nitrógeno, con dos posiciones de equilibrio, a ambos lados de éste.

Clásicamente, la repulsión ejercida por los átomos de hidrógeno impediría al nitrógeno atravesar el plano (y pasar al otro lado), algo que sucede continuamente en la realidad por efecto túnel. De hecho, la oscilación del átomo de nitrógeno entre ambas posiciones es tan precisa que dicho efecto se utilizó en el diseño de los primeros relojes atómicos. Otro dispositivo comercial basado en el efecto túnel cuántico es el llamado diodo túnel, elemento semiconductor que se utiliza en circuitos eléctricos para interrumpir corrientes de forma muy rápida.

Perfecto. Disponemos de cierto mecanismo que, bajo determinadas circunstancias, otorga una cierta probabilidad de éxito al atravesar una pared. Pero, ¿cuántas partículas lograrían su objetivo? Es de esperar que, a base de teletransportarse, Kurt iría perdiendo masa. ¿Es éste el origen de la neblina azulada que le acompaña tras cada episodio de teleportación?

Pese a que la física cuántica acude en auxilio del singular mecanismo de transporte de X-Men 2, hay, cuanto menos, un par de problemas insalvables. Si para sortear las paredes de la Casa Blanca, Kurt Wagner necesita romper la cohesión de todos sus átomos para beneficiarse de las propiedades cuánticas de la materia, ¿qué sucede con la energía contenida en los átomos? ¿No se liberaría una cantidad de energía colosal -similar a la de una detonación nuclear- y adiós mutante, presidente, Casa Blanca y cercanías? Y segunda cuestión: tras desintegrar todo su cuerpo y traspasar la pared, ¿cómo demonios se recompone? No dispone de una mente para realizar tamaña proeza... Aunque, ¿quién ha dicho que para teletransportarse haga falta tener mucha cabeza?

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