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Reportaje:

Un sórdido embrollo

Políticos y policías de Toulouse, acusados de complicidad en varios crímenes

En febrero de 2002, un tribunal de la ciudad francesa de Toulouse condenaba a 20 años de cárcel a Patrice Alègre, culpable de cinco asesinatos y seis violaciones de las que las víctimas siempre fueron prostitutas. Durante el proceso, Alègre apenas abrió la boca. Permaneció impasible, sin negar ni confirmar, sólo enfureciéndose cuando su padre -un policía jubilado- testificó en su favor. "Te odio. Si pudiese te mataría", le gritó Alègre.

La sórdida sucesión de crímenes había encontrado su explicación: Alègre, detenido en 1997, era un sádico, un enfermo, un asesino en serie. Desde hace unas pocas semanas, esa versión de los hechos es puesta en cuestión por dos antiguas prostitutas, Fanny y Patricia, que han relacionado a Alègre con otros asesinatos no elucidados y, sobre todo, con algunos policías corruptos que archivaban las investigaciones, unos jueces que hacían la vista gorda a cambio de cocaína y chicas jóvenes dispuestas a todo y algunos dirigentes políticos a los que acusan de participar en orgías sadomasoquistas en las que el dolor inflingido pudo acabar en muerte. El antiguo (entre 1983-2000) alcalde de Toulouse, Dominique Baudis, actual presidente del Consejo Superior del Audiovisual (CSA), supo que su nombre figuraba en lo labios de Fanny y Patricia y se apresuró a denunciar una conspiración "organizada por la mafia del cine pornográfico", no en vano Baudis, desde su cargo en el CSA, ha emprendido una tenaz ofensiva contra este tipo de filmes. Ayer, el hasta ahora lacónico Alègre habló. Y lo hizo para ratificar a Patricia y Fanny. El abogado de Baudis sugirió otro tipo de maquinación, ahora de naturaleza política. "La historia nos ha enseñado que a veces la venganza es un plato que se prepara durante años".

Alègre gozó de protección judicial y policial cuando ya era un proxeneta reconocido

Las declaraciones de Alègre, Patricia y Fanny se contraponen a las negativas de Baudis. La palabra de uno contra la de otros. Lo malo en este caso es que los policías que investigaron el caso clasificaron como suicidio la muerte de una mujer encontrada atada de pies y manos, amordazada además. Y que también les pareció un suicidio el de otra chica que, después de anestesiarse, procediera a tirarse gasolina por encima para morir. Cuando los gendarmes metieron la nariz allí donde nada habían visto los policías, pronto aparecieron pistas inexploradas, otros asesinatos no resueltos y testigos no interrogados. Por ejemplo, el del fiscal Marc Bourragé, que siempre negó tener nada que ver con Alègre hasta que otros dos testimonios coincidentes e incontrovertibles probaron que Bourragé había recibido en más de una ocasión y en su domicilio al asesino.

Alègre creció en un mundo de violencia. Su padre pegaba a menudo a su madre. Patrice, de pequeño, creció siendo espectador de los delirios eróticos de su madre y de los castigos que le imponía el padre. A los 13 años decidió vivir por su cuenta. El padre pagaba las multas o se hacía perdonar los pequeños delitos del hijo rebelde. Pero éstos crecieron con la edad. Hoy parecería que el primer asesinato lo cometió en 1985, a los 17 años, pero el primero judicialmente reconocido data de 1989.

Lo inquietante en todo ese sucio embrollo es que Alègre gozó en su día de protección judicial y policial; que él, siendo ya un proxeneta reconocido, trabajaba detrás de la barra del bar de la comisaría, que los policías cobraban de las chicas, que también le pagaban a Alègre, que éste reconoce ahora haber asesinado a Claude Martínez, un travestido que filmaba a los participantes en encuentros sadomasoquistas. A Martínez le encontraron en su casa, con 25 puñaladas en el cuerpo, el equivalente a 1.200 euros en los bolsillos pero sin ninguna cinta de vídeo en los estantes. Alègre afirma que actuó por encargo del cruzado antipornografico, Baudis.

La fiabilidad de algunos testimonios parece muy relativa. Otro travestido, Djamel, también dijo haber sido maltratado por el ex alcalde, pero casi enseguida -después de que la televisión difundiera sus palabras- resultó ser un mitómano que pretende ser hijo natural del cantante Michael Jackson. Alègre también ha enviado su testimonio escrito a la televisión, a una prestigiosa emisión de periodismo de investigación de Canal +. Baudis ha dicho que no piensa dimitir del cargo en el CSA, que eso equivaldría a dar la razón a quienes le difaman.

Patrice Alègre, en una imagen de febrero de 2002.
Patrice Alègre, en una imagen de febrero de 2002.AFP

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