Pacte con ella
Como todo el mundo, yo también les quiero dar la brasa con un análisis sobre las elecciones. Pero será con la ayuda de estas pizpiretas mujeres de la foto, componentes de la mesa electoral del colegio Maria Aurèlia Capmany, en el Eixample, adonde el domingo fui a votar. (Y voté por la canción austriaca.) Ni las conocía, ni se conocían entre ellas. No tienen las mismas ideas políticas. Pero las estuve observando y comprendí que tenía que pedirles una cita. Saludaban a los votantes famosos, aplaudieron al elector número 100 y le ofrecieron galletas caseras. Escucharon, respetuosas, al anciano que les preguntó si podía decir estas palabras: "Companys: no a la guerra!". Animaron a uno que votó escayolado y a otro que les dijo que acababa de salir de una depresión. La morena, Rosa Maria Abella, vota a ERC, y en la mesa hizo de vocal primera. La de su lado, con el jersey sin mangas, es Mari Fernández, que milita en el PSC, y ejerció de interventora. La rubia del pelo liso se llama Maria Antonieta Mercader, que fue la presidenta, y vota a CiU. La del pelo rizado, Dina Entrialgo, actuó como vocal segunda, y se abstuvo. Han quedado para cenar en El Rincón Maya, un restaurante mexicano en el que las margaritas son excelentes. Mientras todo el mundo se pregunta quién pactará con quién, el primer pacto poselectoral ha sido el de ellas.
Las componentes de la mesa realizan el primer pacto poselectoral: se reúnen en un restaurante y repasan la jornada
"Ya me lo comentaron las demás interventoras", me cuenta Mari. "¡La mejor mesa electoral, la vuestra!". Y Rosa Maria añade: "Es que la gracia de estas elecciones era que los chicos de 18 años votaban por primera vez, pero también los de 19 y 20. Cuando ves que la gente vota con tanta fe...". Dina había sido convocada como suplente, pero tuvo que quedarse: "La verdad es que había pensado en hacerme un billete de avión y luego anularlo, para no ir, pero me dijeron que tenía derecho a 52 euros y lo pensé mejor". Maria Antonieta, en tanto que presidenta, casi no pudo dormir, de nervios. Estuvo estudiando el reglamento. Qué hacer si el recuento no sale, o cómo actuar en caso de disturbio. Se tomó al pie de la letra la obligación de acompañar con su mano la del votante, para introducir, a la vez, el sobre en la urna. "Es que hace años había un poco de malicia. Pero a mí me daba apuro que pareciese que no me fío de los clientes". Todas se ríen, al ver que llama así a los electores. "Según las normas, yo tenía que decir: 'Señor, usted ha votado'. Y, casi siempre, el señor me contestaba: '¡Ya, ya! ¡Ya lo sé!".
Mari reconoce que está triste, no por haber perdido concejales, sino por haber perdido votantes. "Tenéis que pensar que detrás de un gestor hay una persona". Y todas asienten, y piden más margaritas. Es cuando Maria Antonieta exclama: "¡Me está haciendo efecto el tequila! Me voy a sacar el primer piso". Y se despoja del jersey. De 550 censados, votaron 449, y Rosa Maria incluso se acuerda de los votos más minoritarios: "Tuvimos un voto para Estat Català, un par para los verdes normales, y otro para los alternativos. Otro para esos del logo con el retrete, y ninguno para la Falange". Orgullosa, Dina explica: "Nos organizamos estupendamente. Yo, a las dos, fui a comer a casa de la suegra". Y Maria Antonieta añade: "Y yo, a la una, al chino con mi marido y el niño". Pero la que más disfrutó fue Rosa Maria, que ha nacido en el barrio y todo el mundo la conoce: "Me lo pasé bomba porque mi finca votó toda entera. El primer votante fue el barbero de la calle de València. Ese que está un poco más arriba de donde vive el nieto de Tete Montoliu (que también es ciego)". Todas le piden más detalles sobre el barrio. "Pues Kubala tenía una tienda en la Avelina, allí donde ahora están las de las uñas postizas. Estaba al lado del señor de la pesca salada, otro que era ex jugador. Y la tienda esa de los patés y los quesos, Halagos, era de Migueli". Mari añade: "Y antes, aquí, vivía Jordi Dauder. Y aquella actriz, ¿cómo se llama? La de Què t'hi jugues Mari-Pili? Maria Antonieta también aporta nombres: "Yo, al que veo es a ese...", chasquea los dedos, "al que hace esos monólogos él solo, ese que dice tantas barbaridades". Todas exclaman, a una: "¡Pepe Rubianes!". Y ella afirma, contenta: "¡Y le he visto temprano! Que yo digo: '¿Adónde va este hombre, tan temprano?".
Los votos nulos fueron cuatro. Y ya que cuestan un trabajo de creatividad a su autor, los ciudadanos tendríamos que tener derecho a verlos, después del recuento. El voto nulo es arte conceptual. "Uno", recuerda Mari, "era una papeleta de CiU en la que habían escrito 'Clos'. Luego, había otro con un dibujo de Shin Chan. El otro era un sobre dentro de un sobre. Y el último, un recorte de periódico en el que ponía 'No a la guerra". Ya ven. Un ciudadano contrario a la guerra decidió que no se quedaba con los unos, pero tampoco con los otros. Esto me recuerda la letra de la canción eurovisiva austriaca -a la que, como les decía, voté-, que habla de los parecidos: "Los conejitos tienen narices pequeñas y las gatitas garras suaves, y a la señora Holle le gusta la lana del dromedario africano. La diferencia entre animales, entre monos y entre primates no es más grande que entre los fideos y la pasta. Pero quien quiera saber más sobre los animales debe estudiar biología o informarse en mi página web".
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