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Reportaje:

A la utopía desde la creatividad

Un seminario sobre la obra de Mario Vargas Llosa congrega en Alicante a destacados literatos e intelectuales

Los protagonistas de la última novela de Mario Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina, son dos personajes que buscan, luchan y defienden su propia utopía. El escritor peruano, que se encuentra estos días en Alicante participando en un seminario sobre su obra, recrea las figuras del pintor Paul Gauguin y de su abuela Flora Tristán, precursora del movimiento feminista.

El pintor buscaba "una sociedad perfecta donde la belleza fuera patrimonio de todos, donde los hombres y las mujeres pudieran satisfacer sus deseos en libertad", explicó ayer Vargas Llosa en conferencia de prensa. Este personaje creyó que la sociedad perfecta estaba en las sociedades primitivas y pensaba que la sociedad occidental había destruido esta perfección. Para recrear los viajes de este personaje del siglo XIX, Vargas Llosa viajó a Londres, París, Tahití, islas Marquesas y Perú.

Por su lado, Flora Tristán defendía una utopía social y política: "Ella se sintió discriminada y maltratada por su condición sexual, por eso denuncia la injusticia social, se rebela y protesta".

Para el escritor peruano los dos personajes buscan su propia utopía. "Este tema siempre me intrigó mucho y ya en La guerra del fin del mundo planteaba la cuestión", recordó Vargas Llosa, quien concluyó su reflexión indicando que las utopías del siglo XIX fueron "proyectos intelectuales y en el siglo XX "se intentaron materializar" con el nazismo, el comunismo, el mahonismo o la revolución cultural china, y se demostró la "irrealidad del sueño utópico".

Ante este panorama el escritor peruano observa que en el siglo XXI "prevalece una visión escéptica, lo cual no significa renunciar a la utopía; creo que hay utopías vigentes como la creatividad en todas sus facetas", y sentenció: "hay una reorientación de la utopía, no sólo social".

A partir de ese momento Mario Vargas Llosa repasó otros temas que le inquietan. Para él, la democracia es una "negación de la utopía", ya que acepta que la sociedad no es perfecta y que puede ir avanzando y aprendiendo de sus errores. Luego hizo cuentas y reconoció que pese a la crisis económica y la corrupción política que amenaza los países latinoamericanos, "en estos momentos es cuando menos dictaduras tenemos", y recordó el caso de Cuba y Venezuela, "de la que tampoco podemos hablar de una dictadura en toda regla".

También habló sobre las dos posturas enfrentadas de los países europeos a raíz de la reciente guerra en Irak: los que creen que "Europa debe ejercer como contrapeso a los EE UU, y los que piensan, como Aznar o Blair, que la mejor manera de sujetar a los EE UU es colaborando con ellos", dijo.

Por último, el escritor optó por hablar de lo que realmente le apasiona: "la buena literatura no enriquece la vida extraordinariamente, estimula la imaginación y desarrolla el espíritu crítico", y matizó a aquellos que piensan que la literatura provoca felicidad. "Es un término peligroso: ser tonto, sin imaginación y sin criterios, podemos pensar que es ser feliz", ironizó.

El escritor peruano visita Alicante con motivo del Encuentro con Mario Vargas que la Caja de Ahorros del Mediterráneo celebra desde el lunes pasado con una proyección de películas basadas en sus novelas, una exposición de fotografías de los viajes que han inspirado su última novela y unos debates en los que anoche intervino Juan Cruz y Guillermo Cabrera Infante, quienes hablaron sobre la literatura y la libertad en su producción literaria.

Hoy, en el Aula de Cultura de la CAM de Alicante, los escritores J. J. Armas Marcelo, Jorge Edwards y Caballero Bonald participan en el debate El universo literario de Vargas Llosa, y el escritor peruano cerrará el miércoles el ciclo con una conferencia sobre La invención de la realidad.

"En estos encuentros en los que otros escritores hablan de tu obra, uno siempre aprende algo; a mí me provoca gran curiosidad", dijo el autor de Pantaléon y las visitadoras.

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