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Tribuna:MONTAÑISMO | El cincuentenario de la ascensión al techo del mundo por sir Edmund Hillary y el sherpa Norgay
Tribuna
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La 'Gran Vía' del Himalaya

Al principio, todo era emocionante. Aquellas noticias del Everest, esas bellas fotografías de la cumbre, estaban grabadas en mi corazón desde pequeño. Todos, seguramente, soñábamos con poner el pie en ese mítico techo del mundo, entonces pleno de romanticismo, lleno de señales positivas, de inquietudes sin freno. El choque fue brutal. La primera vez, cuando llegue a la cumbre con ayuda de oxígeno artificial, no estuve de acuerdo conmigo mismo. Necesitaba subir sin oxígeno para romper con la absurda monotonía del Everest. Lo conseguí en 1993, por el pilar sur-sureste, pero, cuando llegué a la cumbre, me pegó un bajón impresionante: allí se encontraban 34 personas cuando a mí lo que me apetecía, después, del esfuerzo, era gozar de la cima, de la soledad del éxito, conmigo mismo. En aquel momento, de poco me servía pensar que yo era la tercera persona de más edad en hollar el Everest sin la ayuda del oxígeno artificial.

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Después de cuatro expediciones a esta montaña mítica, dos con éxito, dos con la decepción de no haberlo conseguido, queda una conclusión: el Everest ha perdido el romanticismo, la identidad; se ha convertido en una montaña muy vulnerable, muy equipada. Hace muchos años se daba permiso a una sola expedición. Hoy mismo, ahora mismo, es una ciudad con 34 expediciones intentando llegar. En cierto modo, se ha convertido en la Gran Vía del Himalaya. Se va a lo fácil, a las vías tradicionales, aunque el Everest muestre sus dificultades técnicas, la cascada de hielo entre el campo base y el campo 1 o el punto clave del escalón Hillary, por ejemplo. Pero hay otras opciones por otras vías. Cuando subimos en 2001, solo el 3% lo conseguimos sin oxígeno artificial. De las 187 expediciones que subieron en primavera sólo cuatro lo consiguieron sin esa ayuda.

Nadie puede estar en contra de que todos quieran subir al Everest, de la forma que sea, por el lugar que sea. Pero yo no volveré a la Gran Vía. Nada que objetar, pero el sueño del Everest ha terminado.

Juanito Oyarzabal es el primer español que logró los 14 ochomiles.

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