Metro en mano
Empezó a reflexionar, ayer sábado, con una sonata de Tchaikovsky, un episodio picaresco de Zaplana y unas estrofas de Alberti, y concluyó a medianoche, ajeno a las noticias de Beth, escuchando a Dvorak, que siempre huele a lavanda y lo alivia, mientras murmuraba unos versos de rejón: "¿Cómo a ti, la gaditana/más airosa y más juncal,/ te dicen: 'Rota Oriental,/ Spain'... norteamericana?". Y luego, las travesuras de Zaplana, pero qué ministro tan campechano y chufletero: según el diario Información de Alicante, invitan a un grupo de jubilados de Benejama a merienda y baile en Torrevieja, les cambian el destino por Alcoy, y los meten en un polideportivo "lleno de banderas del PP, con un discurso de Zaplana de fondo". Y así es cómo el cronista dándole vueltas a tan ocurrente fraude, sin noticias de Beth, ni de las medidas del señor Aznar, ni de los indecisos, ha pasado la noche, entre el patetismo de Tchaikovsky, el mundo recién horneado de Dvorak y el exilio argentino de Alberti, sin dejar de reflexionar ni un ronquido, que el cronista es muy mirado en sus cosas.
Esta mañana, al filo de las ocho, ha tomado café, en casa de su vecino, que es viudo, parco de palabra e imperturbable. ¿Has reflexionado? Hace un gesto ambiguo, en tanto le sirve una taza de café espeso. "Nunca nadie ha utilizado en los actos de una campaña electoral expresiones tan deleznables, obscenas y chabacanas". Y agrega: "Si esa es la formulación de su programa político, sin entrar en otros aspectos, personalmente me parece inadmisible. Y, por supuesto, ni siquiera se ha aproximado a los contenidos didácticos y literarios del Kamasutra, si es que acaso esa era su pretensión o la de sus asesores, que lo dudo. Como mucho, se ha quedado en aquellas novelitas galantes de los años 30, como en todo lo demás". En tanto el cronista saborea un segundo café, su vecino aprovecha para ducharse y arreglarse. Discúlpame, voy a votar y a darme un baño en la playa.
El cronista no tarda mucho en dirigirse también a su colegio electoral. Observa una afluencia considerable, para la hora que es. ¿Se mantendrá la abstención en torno al 30% de los augurios demoscópicos? Ciertamente la pelota está en el tejado de los dubitativos. Aunque tiene conocimiento de que se van a contabilizar bastantes papeletas en blanco. Claro que eso también está por ver. El cronista se pregunta por dónde andarán, después de cumplir con las urnas, Camps, Pla, Ribó, Mayor, y por los candidatos al Ayuntamiento de su ciudad: Díaz Alperi, Blas Bernal, Susana Sánchez y Toni Arques. Y se lo imagina, pero por pudor, prefiere no hacer comentario alguno. Ya faltan tan sólo unas horas, para que se despejen esas y otras muchas incógnitas. Ha sido una campaña poco convencional. Y era previsible. Porque los asuntos más concretos, más inmediatos y cotidianos municipales y autonómicos, tenían que ceder escenario electoral o otros de mayor tonelaje, aunque menos ajustados a los juegos habituales. Pero, ¿cómo pasarse por los forros el decretazo vergonzante, el desastre del chapapote, la ilegalidad de la guerra de Irak, que tantos millones de ciudadanos sacó a la calle? Un amigo entra al colegio, cuando lo abandona el cronista, y al cruzarse, le muestra un metro de carpintero: "A mí no me achanta nadie".
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