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ELECCIONES 25M | Los nacionalistas vascos

La ilegalización de Batasuna marca la batalla electoral en el País Vasco

Los resultados mostrarán si ha sido eficaz el intento del PNV-EA de captar votos de Batasuna durante una campaña sin atentados

Los partidos vascos realizaron ayer sus últimas llamadas al voto con muchas incógnitas pendientes -según las encuestas, ninguna institución tiene garantizada la gobernabilidad si no es mediante pactos- después de una campaña marcada por la ilegalización de Batasuna y la ausencia de atentados de ETA, la apelacion al voto útil de los radicales desde la coalición PNV-EA y el emplazamiento continuo de ésta y del PP a los socialistas para que desvelen su política de alianzas.

Álava permanece como el gran reto para nacionalistas y constitucionalistas, y así lo evidenció la elección de Vitoria como lugar de apertura de campaña tanto para la coalición nacionalista PNV-EA, con el lehendakari Juan José Ibarretxe al frente, como de los socialistas, que contaron con José Luis Rodríguez Zapatero, y del PP, que llevó a Javier Arenas.

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La amenaza de ETA sobre los candidatos y actos de campaña de los constitucionalistas quedó en sólo amenaza y la organización terrorista no ha cometido atentados. No obstante, la campaña ha mostrado a los candidatos de PP y PSE ofreciendo sus mensajes en la calle rodeados por sus escoltas, y protegidos por dotaciones de la Ertzaintza, lo que no ha impedido a muchos de ellos, como hizo Maite Pagazauturndua en Urnieta (Guipúzcoa), realizar su petición de voto puerta a puerta.

Con las candidaturas sustitutas de Batasuna ilegalizadas, si algún mensaje ha predominado sobre los demás, éste ha sido la apelación constante de la coalición PNV-EA al voto útil de los electores abertzales para evitar ser desalojados de las instituciones y garantizar el futuro del plan Ibarretxe. En lograr movilizar o no en su favor a ese voto se juegan los nacionalistas gran parte de sus resultados.

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La campaña vasca no ha registrado una movilización ni una tensión tan altas como las vividas en las elecciones autonómicas de 2001. Frente al intento del nacionalismo de reeditar el enfrentamiento dialéctico al máximo nivel, los constitucionalistas, muy particularmente el PSE-EE, han atemperado su tono, de forma que PNV y EA se han quedado relativamente solos en esta apuesta, vital para captar el voto radical de Batasuna.

La amenaza de un frente PP-PSE, dispuesto a desalojar al nacionalismo del Gobierno, declarado y decisivo en 2001, no ha sido tan evidente en esta ocasión, pese a los esfuerzos del nacionalismo por hacerlo aparecer como tal. Tampoco ETA ha tensado la situación. La organización terrorista no ha realizado atentados y los ha sustituido con dos comunicaciones, uno de ellos con comparecencia física de tres dirigentes, destinados a blindar el espacio de Batasuna frente al asalto del nacionalismo gobernante. La revitalización de los sabotajes -esta vez con ataques dirigidos también a sedes del PNV- ha suplido igualmente durante la campaña la presencia política de la izquierda abertzale.

Ajenos en teoría a la campaña, pero plenamente inmersos en ella, ha estado el emplazamiento del Tribunal Supremo al Parlamento vasco para disolver el grupo de la antigua Batasuna y el equilibrio en el que ha tratado de mover el Gobierno vasco a la Ertzaintza ante los actos de la plataforma AuB, que ha oscilado entre la permisividad y la prohibición.

Emplazamientos al PSE

El otro elemento permanente de campaña ha sido la insistencia de la coalición nacionalista, coincidente con la del PP, en emplazar a los socialistas a clarificar cuál será su política de alianzas a partir del lunes, como elemento más revelador del decisivo papel que PNV-EA y populares reconocen a este partido. Los socialistas fían parcialmente los buenos resultados que anticipan al ascenso general del socialismo en el conjunto de España, un efecto que podría materializarse mejor en provincias como Álava y en los grandes núcleos urbanos.

El protagonismo de la alta política, vasca o nacional, ha hecho de ésta una campaña donde muchos candidatos, ganen o pierdan, sabrán que no toda, ni siquiera quizá la mayor parte de la culpa o el mérito, de su resultado será suya.

De la campaña nacionalista ha sorprendido el silencio total, excepción hecha del acto de cierre ayer, del presidente del PNV, Xabier Arzalluz. Su ausencia, muy probablemente deliberada para evitar la fuga del voto autonomista moderado, ha contrastado con la presencia, muy activa, del lehendakari. Ibarretxe se ha volcado especialmente en Álava, donde ha respaldado a los candidatos de la coalición en cuatro actos de campaña, además de otros dos en fechas previas a ella. Una evidencia más de la importancia de ese territorio.

El <i>lehendakari</i>, Juan José Ibarretxe, junto a Xabier Arzalluz, ayer, en el cierre de campaña del PNV en Bilbao.
El lehendakari, Juan José Ibarretxe, junto a Xabier Arzalluz, ayer, en el cierre de campaña del PNV en Bilbao.SANTOS CIRILO

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