Lou Reed reconvierte en Salamanca su lado salvaje en una actuación intimista
A los 61 años, el rockero neoyorquino tiene en la poesía de Poe su fuente de inspiración
La corta gira española de Lou Reed se cerró el miércoles en Salamanca, tras haber actuado antes en Bilbao, donde el rockero neoyorquino centró su concierto en canciones de sus diferentes etapas, recogidas en el disco NYC Man, con aportaciones del también reciente trabajo The Raven. Un concierto a base de música selecta, en medio de un ceremonial tranquilo que, a sus 61 años, patrocina en recintos cerrados. El público sigue complacido los nuevos derroteros del artista, que ahora tiene en la poesía de Poe su fuente de devoción.
"Hola". Fue el escueto saludo de Lou Reed al aposentarse con sus músicos sobre el escenario del Centro de Artes Escénicas de Salamanca, un recinto con 1.250 localidades que corresponde al tipo de espacios que permiten desenvolverse a su antojo al músico de Long Island. El rockero crudo de antaño ahora prefiere ámbitos más adecuados para el intimismo de su música, que a veces se convierte casi en un recitado. Quizá por eso, su público -abundante en canas y calvas, en señoras de buena sociedad, también- es el de antaño, pero enriquecido con edades intermedias y no escasa juventud en busca de los resquicios del líder de la Velvet Underground. Quizá, por eso, hasta le gritaron "guapo".
Inolvidable 'Sweet Jane'
La voz honda de Reed acompañó los primeros sonidos de su guitarra con Sweet Jane, inolvidable desde su clasicismo para muchos de los espectadores, que se prestaron con agrado a seguir con sus palmas la complicidad rítmica solicitada por el músico. Éste, después, con Tell it to your
heart, comenzó a destilar el intimismo que dosificó durante las dos horas de actuación, alternando con el rock recio de Men of good fortune. Pero, incluso en los momentos de mayor potencia rockera, el público se comportó como si estuviera en misa, quieto, ensimismado y obediente a las indicaciones de complicidad requeridas por Reed. El intimismo alcanzó grados de hondura poética cuando recitó más que cantó el mundo de Poe con Vanishing act (The Raven), con la envoltura de una escenografía perfecta para recrear un ceremonial, a modo de liturgia, perfectamente controlada por quien también se dignó a preguntar a su público si "ésta es una ciudad pequeña".
El espectáculo de Lou Reed, vestido de negro, contó, además, con unos músicos que reforzaron el peso de su líder. La voz peculiar de Anthony aportó elementos especiales, al igual que Jane Scarpantoni con su violonchelo, la batería de Fernando Saunders (también, con sugerente duelo final de guitarra ante Reed) y la guitarra de Mike Rathake. Sin embargo, la extrañeza del público fue general ante la presencia del chino Ren Guang-Yi, con esporádicas demostraciones de artes marciales, que interfería en la fuerza de los acordes. Cuando al final, después de cinco minutos en los que por fin el público se sublevó con la petición insistente de la propina y los cinco músicos reaparecieron en el escenario para cerrar con un bis, fue Perfect day la referencia elegida, mientras no pocos asistentes lamentaban haberse quedado sin escuchar la famosa Walk on the wild side.
Ayer, antes de proseguir con su gira europea, donde tienen previsto actuar en cuatro ciudades, el músico y su banda hicieron un alto para grabar una entrevista y un concierto exclusivo en los estudios de 40 TV, el canal temático de pop-rock de Canal Satélite Digital.
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