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LA HERENCIA | ELECCIONES 25M | Cuaderno de campaña

Terra Mítica, el icono de una forma de gobernar

El parque Benidorm, argumento de confrontación política

Terra Mítica ha resultado ser la esencia y a la vez el decorado fastuoso de una forma de gobernar. El parque temático de Benidorm es como una reproducción en cartón piedra de la

gestión de Eduardo Zaplana. Es un icono del Consell del PP, un ejemplo plástico y oportuno para entender cómo se ha gobernado este territorio en los últimos ocho años y qué frutos ha cosechado ese gobierno que ahora se examina.

El paralelismo entre esa forma de gobernar y la insignia de los grandes proyectos del gobierno conservador no estriba sólo en que la Generalitat esté tanto o más endeudada -proporcionalmente- que Terra Mítica -el parque perdió 34,4 millones 2002 y 38,8 en 2001-, también y sobre todo radica esa similitud en la rentabilidad social que se haya podido extraer de esa deuda en un ciclo económico propicio a la expansión y en una etapa en la que el sol y playa no ha bastado, como producto turístico, para competir con destinos emergentes. Y es ahí, en la rentabilidad de la inversión, donde en la legislatura que ahora termina ha estallado un argumento de confrontación política de primer orden.

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Terra Mítica, desde que se ideó en 1995 sobre un monte que luego fue intencionadamente quemado y reclasificado hasta hoy, cuando la estadounidense Paramount Parks trata de tornar al negro números hasta ahora rojos, ha sido un formidable campo de batalla política. El intervencionismo político en las cajas de ahorro -CAM y Bancaixa son accionistas de peso en el parque- y el clientelismo empresarial al partido en el poder -grandes empresas valencianas participan en el complejo de ocio- son premisas que corroboran el paralelismo.

La oposición tiene claro que el despilfarro ha sido mayúsculo en el parque y ha denunciado "amiguismo" en las contrataciones y gastos suntuosos del ex director general, Miguel Navarro. El Consell, sin embargo, sostiene que es el gran proyecto que necesitaba la Comunidad. Y mientras tanto, cansados de esperar beneficios, algunos accionistas privados han decidido salir de la sociedad.

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