_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Usted es rico

Vamos, no lo niegue. Usted, estimado lector, es rico. Confiese sin remilgos, sin temer el secuestro o que haya cola para pedirle dinero, que los hay insaciables. Matice con un "moderadamente" y cuestión dirimida; que tampoco deseamos echarle una soga al cuello. ¿Ni por esas? Caray, usted nos incita el despecho o el tedio. Le tendremos que dejar por imposible. Admita al menos que goza de un buen pasar, que no todos los celtibéricos tenemos escalafón en la lista de los 500 de la revista Fortune, aunque ya algunos de nuestros paisanos figuren en ella. Todo se andará, que chano, chano se va lontano.

Que usted goza, como mínimo, de un buen pasar, lo sabemos por el Gobierno, que es palabra mayor, como lo demuestra el hecho de que la escribimos con mayúscula. Pero es que en este país con fama de protestón, son muchos, muchísimos más que el mayor de los ejércitos nunca reunido por Jerjes, los que negamos a los que luego les damos el voto. Descontentos aunque nos colmen de oro, si bien no faltan las excepciones, individuos que afirman sin que les caiga la cara de vergüenza que aquí te llenan el buche y jurarás que la bacía de barbero es yelmo y de Mambrino; rueda de molino en la que no comulgó el mismísimo don Quijote, tan dado a tomar las ventas por castillos y a las putas por damas. Dato este último por el que hay que estarle agradecidos, pues si la cosa ayuda a hacer el nombre, también el nombre ayuda a hacer la cosa.

Concederemos generosamente que no todos los discordantes son subversivos malandrines o gentecilla que te hace la puñeta para fortalecer su ego. (Aunque si truchuelas sumadas hacen trucha, la suma de algunos egos débiles, yo no sé qué te diera por un beso). Me abordó un conocido, periódico en ristre -algo insólito en él- y me pidió que le explicara cómo según una estadística estampada allí, entre él y su mujer, también obrera, ganaban más de medio millón al mes contando en pesetas. Entre los dos no llegamos a las doscientas mil, dijo. Lo que ahí pone es el bruto y todo, aduje. Y el promedio, que no todo el mundo se sopla lo mismo. No les vuelvo a votar, escupió con ira y se marchó rezongando. Hombre de poca fe. Desde entonces sostiene que el Gobierno miente. Como no entiende ni papa de economía, no se ha enterado de que es rico sin saberlo. Pobre Gobierno. Con las noches en vela que le cuesta hacernos la vida regalada y lo mal que se lo agradecen algunos. Menos mal que no trabajan para que nos postremos, sino por vocación de servicio.

Un gobierno que, como no se cansa de repetir, ha conseguido la hazaña de que el país se sitúe año tras año a la cabeza del crecimiento de la UE. Y si no se cansa de repetirlo, tal soniquete no es achacable a vanidad o a electoralismo, sino a la recalcitrante actitud de la oposición, tan rácana y reacia a reconocer méritos. Que si unas veces la mejor defensa es el ataque, otras el mejor ataque es la defensa; y una forma de defenderse es divulgar méritos que se nos niegan por envidia o, lo que es casi peor, por ignorancia de los mismos. No se nos oculta que, almas de papel de estraza dicen, y a mayor villanía escriben, que en los últimos años de los ochenta, el crecimiento anual de la economía española rebasaba el 5%, cota jamás alcanzada después, mientras que ahora nos supera ampliamente Irlanda. Afirman trambién estas malas lenguas que la cuestión del crecimiento hay que matizarla, pues que un crío aumente de estatura con mayor rapidez que un adolescente, no es garantía de que un mañana será más alto que éste. Pasado el calvario actual, si es que no vino para quedarse aquí y por doquier, habrá que echar mano de unos sencillos números para saber cuándo convergeremos en renta per cápita con Alemania o Francia, o si, por el contrario, a pesar de un mayor crecimiento (dado que exista) las distancias se acentúan. Todo esto, naturalmente, es morralla que la oposición lanza para hacernos un lecho de espinas, si por milagro milagrero nos desbancan. (No sería por mucho tiempo, pero acaso el suficiente para que los comunistas lo nacionalicen todo y abolan la mili, perdón, eso ya lo hicimos nosotros, pero es cuestión de monta tanto, tanto monta). En fin, el país avanza a pesar de algún pequeño error y de accidentes naturales como el del Prestige. En realidad, según ha dejado muy claro Manuel Fraga, lo de ese petrolero ha sido una bendición para Galicia, el chapapote un maná. Pues están lloviendo en el predio subsidios, subvenciones, inversiones, tales que a su lado el contrabando es una cajetilla que pasaba como quien dice de largo. Los puñeteros dicen que el chapapote sigue allí y que muchos afectados no han visto un euro, pero eso, naturalmente, es pensar con el ombligo. Algún gracioso propone un Prestige en cada zona costera española, pues tan rentable es, pero argumentos tan deleznables no merecen sino la callada por respuesta. Que estudien economía, y si el brasileño Lula pone orden sin haberla estudiado será porque Dios bendice al Brasil desde que ese país quiere hacer del castellano lengua cooficial, aunque sin desembarazarse del portugués, que todo no es perfecto.

En fin, gente sin dos dedos de enjundia, pero con ansias ilimitadas de mando y chalaneo, intenta hacer de nuestras virtudes sus vicios; por fortuna, los medios de comunicación, en los que tanta inteligencia tiene asiento, se arriman en sincera pleitesía a nuestras ascuas y cercados, con lo que se vende el buen paño y así fuera malo; que por ventura, y gracias a los esfuerzos de legendarias estirpes afines, la publicidad es propaganda, es ortodoxo evangelio y fiel doctrina. No prevalecerán pues, contra nos, insidias tan ñoñas como ésa según la cual el amado pueblo vive tensas las fibras a causa de la precariedad del empleo y del temor al turbión de hipotecas y de atracos callejeros. Ingenuos aguijonazos que sólo causan bajas en las filas de los aguijoneadores, pues el pueblo (muy amado) sabe que la vida es aventura y vivir, vivir inseguros. La paz tiene su senado en los cementerios y aún allí más que paz es modorra. Estar en paz significa nada te debo nada me debes, luego hay que buscar camorra, pues mi sangre corriendo, mi vida latiendo, así es como se nutren las células; que la música de las esferas es de puño y letra de Satán encarnado en Corelli.

Pueblo soberano, esparce la buena nueva entre quienes no se han enterado de que son ricos sin saberlo. Tan buena y patriótica obra está libre de impuestos.

Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_