_
_
_
_
Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ondas

Las ondas cuentan el tiempo con pasos espaciales y el espacio con intervalos temporales, su entrelazado armónico de espacio y tiempo, propagador y repetitivo es ubicuo en el universo. Los artistas captan sus resonancias. La Gran Ola de Hokusai, crepitante y de un azul salobre, estimulando a los impresionistas. Y los campos de trigo de Van Gogh, siseantes y turbulentos. Hay ondas de luz, de sonido y materia en este artista. El universo vibra como la piel de un tigre exhibiendo su pavorosa simetría, por citar libremente a William Blake. Ondas op-art de Victor Vasarely, cebras vibrantes en la estampida, generando ondas neuronales en el córtex visual del depredador, para que el individuo se confunda en el grupo y propiciar el yerro de la zarpa debido al trampantojo. El amor es el leopardo en la enramada, según el poeta mexicano Salvador Aragón. Ondas de pigmentación de Alan Turing, que ocultan a la fiera en el cálido y pardo claroscuro.

O las ondas cromo-cinéticas de Bridget Riley, o las cáusticas de las piscinas recién perturbadas de David Hockney en el paraíso prohibido de California. O las ondas de orden traslacional de los cristales, como la melancolía en serie de Marilyn, por Andy Warhol. Donde hay repetición de un solo motivo hay racionalidad y no hay conflicto. Ondas cabalgando sobre ondas sin conflicto. A veces, por ejemplo, un cristal se viste con las ondas de los electrones extendidos por su estructura periódica y les confiere su orden y su elegante simetría, como la modelo al indumento. Sobre el vestido ella lleva un cuerpo, diría Blaise Cendrars a propósito de los vestidos simultáneos de Sonia Delaunay. Hay un elegante teorema indumentario afín a esta idea. Es debido a Floquet y a Bloch. La utilidad de este teorema iguala a su belleza cuando se trata de estudiar las propiedades físicas de la materia cristalina.

Mi amigo y condiscípulo, el malogrado artista español Diego Lara, trabajó con series plásticas de dos motivos diferentes obsesivamente repetidos; dos enigmáticos retratos pop de Baudelaire y Gauthier. Es la serie BG. Como hay dos motivos, en lugar de uno sólo, en esta serie podría surgir lo irracional y romperse la pauta periódica. Introduzcamos una sencilla regla de sustitución e iteremos como sigue: B pasa a ser BG y G se transforma en B. La nueva serie BGBBGBGB... es cuasiperiódica, jamás se repite, y el número de los retratos de Baudelaire dividido por el de los de Gauthier tiende al número de oro; número irracional muy celebrado por los artistas del Renacimiento.

La secuencia fue descrita por primera vez por el matemático medieval Fibonacci, estudiando las pautas idealizadas de reproducción de estirpes de conejos inmortales. Es el exótico orden de las aleaciones cuasicristalinas, donde también se han observado ondas electrónicas cuasiperiódicas acopladas y extendidas por su extraña estructura irracional. Estados electrónicos ondulatorios a la Floquet-Bloch. El arte contemporáneo había prefigurado asimismo de algún modo estas ondas cuasiperiódicas en las tramas cruzadas reticulares de Piero Dorazio y en algunos muarés de Eusebio Sempere.

Hippasus de Metaponto, discípulo de Pitágoras, descubrió la existencia de los números irracionales. Así estalló el primer escándalo científico de la historia de la humanidad. Los dogmáticos pitagóricos ahogaron al infeliz Hippasus en castigo y, según Proclo, comentarista tardío de Euclides, permaneció allí sepultado y batido por las olas.

Alan Turing, héroe y campeón científico británico, torturado por la intolerancia moral de la Inglaterra de los años cincuenta, hubo de morder la emponzoñada manzana de Blancanieves y se suicidó sin llegar a cumplir los cuarenta y dos años. Estaba estudiando la morfogénesis de los diminutos radiolarios con sus patrones ondulatorios de reacción química y difusión.

Ritmos de vibración de la belleza y del miedo pánico del mundo, rayas del cazador y de la presa en ambos lados del espejo de la muerte en la celada, esenciales en la intimidad de la materia y en la propagación de la energía, pautas de nuestro corazón y nuestros sueños, adagio interminable y multiforme de armonía, pobladoras ubicuas y a la par del espacio y el tiempo: ondas.

Manuel Torres es investigador científico del Instituto de Física Aplicada del CSIC.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_