ETA asesina a dos guardias civiles en Huesca con una bomba lapa en su coche patrulla

La organización terrorista ETA reanudó ayer su ofensiva con el asesinato en Sallent de Gállego (Huesca) de los guardias civiles Irene Fernández Pereda, de 32 años, y José Ángel de Jesús Encinas, de 22. Los agentes murieron al estallar una bomba lapa colocada en su vehículo oficial, un Nissan Patrol aparcado frente a la casa cuartel, cuando se disponían a iniciar una ronda de vigilancia a las seis de la mañana. Irene Fernández, la primera mujer entre los 202 guardias civiles asesinados por ETA, murió en el acto, mientras que su compañeró falleció dos horas después en el hospital San Jorge, de Huesca. El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, atribuyó la acción a un comando procedente de Francia, adonde habría regresado tras el crimen. El atentado se produjo un día después de que la Ertzaintza detuviera en Vitoria a tres miembros del comando Araba de ETA y cuando se cumplían 11 días del asesinato en Navarra del subteniente del Ejército de Tierra Francisco Casanova. Desde el fin de la tregua en diciembre, ETA ha matado a 11 personas. Las reacciones al crimen de Sallent no se hicieron esperar. Además de las de condena, tanto el Gobierno como el PSOE acogieron bien la propuesta del Ejecutivo vasco, planteada por su portavoz, Josu Jon Imaz, de promover una mesa de partidos, de la que estaría excluido HB. La propuesta se interpreta como un gesto a la inclusión del PNV en los contactos que Mayor Oreja mantendrá con las fuerzas democráticas. El portavoz de EH, Arnaldo Otegi, advirtió al PNV de que se convertirá en "cómplice de Mayor" si acude a la entrevista.