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Hollande se rodea de un 48% de mujeres en la nueva dirección de los socialistas franceses

El líder del PS anuncia una "oposición pura y dura" a los recortes sociales de Chirac

A falta de una línea política clara, símbolos unívocos. El Partido Socialista (PS) que sale de su 73º Congreso en Dijon ya no cuenta con un 27% de mujeres en su Consejo Nacional, el parlamento del partido, sino con un 48%; los nombres de muchas de las nuevas incorporaciones no dejan lugar a dudas: Malek Boutih, Loubna Meliane, Cybeth N'Diaye, Samia Otokoré, Alí Kismoune, Briza Khiara o Mustapha Aksi son la prueba de una voluntad de abrir el PS a "los franceses procedentes de la emigración", que serán ahora más de un 20% en el citado consejo.

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Por lo demás, François Hollande, primer secretario de la formación, sale de Dijon con la idea central de la necesidad de practicar una "oposición pura y dura" ante el Gobierno conservador "del hombre que más promete del mundo", referencia apenas velada al presidente Jacques Chirac.

Hollande exigió al Ejecutivo "la retirada de su proyecto de reforma de las pensiones de jubilación" y se comprometió a abolir dicha reforma si llega al poder, puesto que "significa una reducción inaceptable del nivel de prestaciones".

En su discurso de cierre del congreso, Hollande demostró haber comprendido que su estabilidad en el cargo depende no sólo de escuchar a los dinosaurios del PS -los antiguos ministros Laurent Fabius, Dominique Strauss-Kahn y Martine Aubry-, sino también a los líderes de la corriente más transformadora, la del NPS (Nuevo PS), que critica la pasividad de los gobiernos de izquierda ante el lento desmoronamiento de las instituciones de la V República.

Crisis política

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Hollande dijo que "la primera condición para recuperar el PS es no olvidar nada de lo ocurrido el 21 de abril 2002" -derrota en la primera vuelta de las presidenciales de Lionel Jospin-, "sobre todo porque es el síntoma de una crisis profunda de la práctica política de los últimos 20 años, ciega a los progresos del populismo, la extrema derecha y la abstención".

El día anterior, Arnaud Montebourg y Vincent Peillon, cabezas visibles del NPS, que agrupa a casi un 17% de los militantes socialistas, se refirieron al desánimo de la ciudadanía -"¿De qué sirven las urnas ante el mercado?"- y arremetieron contra una construcción europea "que ha desmantelado los sistemas de seguridad" en vez de "instaurar normas sociales mínimas comunes para todos" y de "imponer sanciones fiscales y aduaneras contra el dumping y los ataques a los derechos sociales".

Montebourg exigió a "los socialistas abandonar la cohorte de los europeístas beatos" y reclamó "una VI República" caracterizada por devolver poder al Parlamento y quitárselo a la presidencia, es decir, en la que el debate político recupere protagonismo.

Otro elemento interesante del congreso fue la formidable acogida dispensada al secretario general del sindicato CGT, Bernard Thibault. El antiguo sindicato procomunista lidera el movimiento de protesta contra la reforma de las pensiones de jubilación y ha demostrado ser capaz de sacar a varios millones de personas a la calle.

Clases populares

El sindicato reformista CFDT, tradicionalmente más próximo al PS, aceptó, en cambio, el mismo día en que se abría el congreso de Dijon, las contrapropuestas del Gobierno de Jean-Pierre Raffarin y rompió el frente de unidad sindical. De ahí el sorprendente cariño hacia Thibault, símbolo del deseo del PS de reconciliarse con las clases populares y ampliar una base social propia, frente a la que aparece envejecida y reducida al sector público.

Dejemos constancia, por último, de la dificultad para hacerse oír de los tenores del socialismo liberal. Michel Rocard ya ha tirado la toalla y renunciado a todos los cargos, y Fabius se hizo aplaudir a costa de un discurso radical sobre el laicismo. Sólo Strauss-Kahn tuvo valor para denunciar los peligros del verbalismo revolucionario y subrayó: "Éste es un congreso importante porque al fin todos aceptamos el reformismo". Queda lejos el ideario socialista de la década de los ochenta, que se resumía en tres conceptos: nacionalizaciones, planificación y autogestión.

François Hollande, ayer, en el 73º Congreso Socialista en Dijon.
François Hollande, ayer, en el 73º Congreso Socialista en Dijon.AP

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