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Análisis:COYUNTURA NACIONAL
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

No es oro todo lo que reluce

El IPC de abril se ajustó bastante bien a las previsiones que hace algunas semanas comentaba en esta columna. La tasa de inflación bajó al 3,1% desde el 3,7% en marzo. Sin duda, es una buena noticia, sobre todo porque rebaja las expectativas inflacionistas y esto es muy importante en un país donde la formación de los salarios y rentas en general están excesivamente indexados con las expectativas de inflación. Este fenómeno, que autoalimenta las subidas de precios y salarios, hace muy difícil y lenta la reducción de la inflación a los niveles de los países de la UEM, lo que acabará costándonos caro a medio plazo, pues las empresas que tienen que competir internacionalmente pierden competitividad y cuota de mercado.

El problema de la inflación sigue ahí, intacto. A ver si algún día alguien se decide a atajarlo

A corto plazo, sin embargo, no lo notamos, pues, desde que los tipos de interés son fijados por el Banco Central Europeo en función de la inflación media de la zona, la elevada inflación española no lleva aparejada una subida de los mismos, como hubiera hecho ya hace años nuestro Banco de España. Pero esto es como una droga, que de momento produce efectos muy estimulantes -la economía española crece un punto porcentual más que la media de nuestros socios y se crea empleo-, pero a largo plazo los efectos son devastadores.

Bienvenida sea, por tanto, la disminución de la inflación. Ahora bien, los avances son más aparentes que reales. De las seis décimas en que ésta se redujo en abril, cinco provienen de la caída de los precios de la energía que importamos y dos largas, de la desaceleración de los precios de la alimentación, bebidas y tabaco (gráfico derecho). Los precios del tabaco -esperemos que se mantengan y el oligopolio no vuelva a utilizar su poder de mercado para subirlos descaradamente en los próximos meses-, del pollo, de los aceites y de las verduras fueron los que, con su moderación, más contribuyeron a reducir la inflación de este grupo de productos.

Sin embargo, todos ellos son de comportamiento volátil, en unos periodos aumentan y en otros se reducen mucho, pero no son los que determinan el comportamiento tendencial o subyacente de la inflación. Éste viene dado fundamentalmente por los bienes industriales no energéticos y por los servicios. Y aquí es donde se produjo el resbalón en abril, pues los dos grupos se comportaron peor de lo previsto, aumentando su tasa interanual tres y cuatro décimas porcentuales, hasta el 2,6% y 4%, respectivamente (gráfico central).

En el caso de los bienes industriales, los responsables fueron el vestido y el calzado, debido a que la subida de precios tras la temporada de rebajas fue superior este año a la del año anterior, parece ser que como estrategia para poder hacer rebajas más llamativas posteriormente y atraer así a los indecisos consumidores.

En cuanto a los servicios, otra vez topamos con los hoteles, cuyos aumentos de precios en marzo y abril sumados -para paliar el efecto del distinto calendario de la Semana Santa- ha sido este año del 8% frente al 4,4% un año antes. Y eso que el turismo está flojo...

No es oro, pues, todo lo que reluce. El problema de la inflación sigue ahí, intacto. A ver si algún día alguien -Gobierno, sindicatos, empresarios- se decide a atajarlo.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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