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Reportaje:

Un vivero de jóvenes científicos

La primera edición de la Feria de la Ciencia permite a los escolares de Sevilla mostrar sus trabajos de investigación

"Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí". Esta sentencia de Confuncio bien podría ser el lema de los centenares de estudiantes de Sevilla que ayer se dieron cita en la primera edición de la Feria de las Ciencia para dar a conocer los proyectos científicos y trabajos de investigación que durante el presente curso han desarrollado en sus respectivos colegios e institutos. Ante una audiencia compuesta por cerca de un millar de escolares de la provincia, los "divulgadores", esto es, los alumnos encargados de publicitar los proyectos científicos de su centro, se afanaban por atraer al público a sus respectivos expositores en una escena que recordaba a la mil veces retratada en las películas del Oeste, cuando el charlatán de turno arribaba a un pueblo presentando las últimas innovaciones médicas o científicas.

El Pabellón del Futuro de la Expo'92, recinto que acoge esta muestra escolar hasta mañana sábado, ofrecía ayer una imagen que se asemejaba a la que ofreció hace ya 11 años. Miles de escolares de entre tres y 18 años pululaban en grupos por los dos pabellones que acogen la feria en busca del reclamo que les incitase a detenerse al menos unos minutos. Y oferta no les faltaba.

Más de medio centenar de colegios e institutos, a los que había que sumar los expositores de universidades y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ofrecían sin prisas todo tipo de explicaciones sobre sus proyectos, experimentos y trabajos científicos.

"Esto de los yogures con bífidus activos no es como lo anuncian. Para que este tipo de productos produzcan los beneficios que se les atribuyen haría falta que los tomaseis a diario durante toda la vida", explicaba la divulgadora quinceañera Libertad Fernández Millán, del instituto Alcaria de Puebla del Río, a un entregado grupo de niñas de su quinta que mostraban gran interés por conocer los entresijos de los productos que se venden como adelgazantes o saludables. Libertad se apoyaba para sus didácticas exposiciones en los trabajos realizados por sus compañeros del instituto, que durante el curso han elaborado un completo dossier compuesto por todo tipo de artículos científicos o relativos a los últimos avances en salud aparecidos en la prensa o en los medios especializados. Igual de preocupados por su salud, aunque quizás más por su imagen, parecían estar las decenas de estudiantes que colmaban el expositor del instituto Torreblanca. En él, los alumnos de este centro se dedicaban a hacer demostraciones de los más innovadores tratamientos cosméticos. La cromoterapia, la aromaterapia y demás innovaciones despertaban entre los adolescentes un interés inusitado.

Otra de las zonas de la muestra donde más público se concentraba era el área dedicada a los alumnos de infantil y primaria. En estos expositores, los proyectos y trabajos que se divulgaban iban acordes a la edad del público.

Así, el espacio que ocupaba el colegio de educación infantil Alberto Lista se asemejaba al patio del centro en hora del recreo. Una veintena de niños de no más de seis años se concentraban en realizar las pruebas que sus profesoras le habían encomendado. Los secretos ocultos de los imanes; los de las pompas de jabón u otros más complicados, como el funcionamiento de una brújula o las mil y una posibilidades de la energía centraban la atención de estos pequeños aprendices de científicos, que sólo se soliviantaban cuando sus maestras les llamaban a retreta y, en tromba, echaban a correr por los pabellones en busca de nuevas emociones. "Esta es la mejor forma de acercarlos a la ciencia, porque en el colegio casi todo se reduce a la teoría. Piensa que sólo retenemos el 10% de lo que leemos; el 20% de lo que oímos y el 30% de lo que vemos. Sin embargo, nuestra capacidad de retención alcanza el 90% si empleamos métodos prácticos", explica Manuela Rodríguez, profesora de infantil.

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