El Athletic y el Valladolid sólo se estorban
El sueño europeo y el de la salvación, frente a frente. El Athletic y el Valladolid no acertaron en casi nada. El empate estaba escrito, y merecido, para dos equipos, que apenas entregaron un puñadito de buenas maneras futbolísticas y se dedicaron a estorbarse más que a otra cosa.
De entrada, el Valladolid ocupó el dominio contrario, no sin una cierta permisividad de los rojiblancos, que prefirieron hacer lo que bien saben: robar, combinar y buscar la portería; esto es, un contragolpe como mandan los cánones. Para este cometido, Heynckes ha dado con el método ideal, tan básico como entregar el balón a Yeste y dejar que su bota izquierda inocule veneno y trace un pase de gol a Ezquerro o Etxeberria.
ATHLETIC 0 - VALLADOLID 0
Athletic: Aranzubia; Javi González, Lacruz (Luis Prieto, m. 70), Karanka, Del Horno; Óscar Vales, Alkiza; J. Etxeberria (Arriaga, m. 75), Yeste, Ezquerro (Tiko, m. 88); y Urzaiz.
Valladolid: Bizzarri; Torres Gómez, Jonathan, Caminero, Peña, Marcos; F. Sales, Colsa, Antonio López; Ciric (Óscar, m. 84); y Aganzo.
Árbitro: González Vázquez. Amonestó a J. Etxeberria, Peña, Del Horno, Caminero y F. Sales.
Unos 30.000 espectadores en San Mamés. Todos los jugadores del Athletic saltaron al césped vestidos con la camiseta de Gurpegui, suspendido dos años por dopaje.
Hubo momentos en que el Valladolid dominó el partido como una plastilina, bien que le costó hacer ocasiones de gol. Sí las tuvo el Athletic en la primera mitad, ambas a la contra, pero Ezquerro y Etxeberria equivocaron sus remates después de dos magníficos envíos de Yeste y Alkiza.
Visto los escasos dividendos recaudados al contragolpe, el Athletic se decidió por asumir alguna responsabilidad más allá de mantener la puerta a cero. De mal a peor. Cuando pasó a dominador, no encontró nunca la portería, zozobró en una jungla de enredos en el mediocampo, donde Yeste, dotado como nadie para salvar obstáculos con criterio, se ausentó sospechosamente. Pasaron los minutos sin que nadie cayera en la cuenta de que los sueños tienen un precio.
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