Derecho al patrimonio cultural

Me gustan Cervantes, Galdós, Unamuno, Delibes y muchos otros escritores cuya talla universal no se puede discutir.

Por razones biológicas, tengo más de 50 años, recibí en la escuela una enseñanza memorística, por lo que acabé con la cabeza llena de fechas y sin haber comprendido casi nada del complejo mundo de las humanidades. Este fue el gran engaño de la educación franquista.

Siendo profesora de Lengua y Literatura castellana desde hace más de 25 años, he podido comprobar que a los jóvenes les atraen los autores anteriores, que llegarían a conocer correctamente con un horario lectivo adecuado.

Fui cantante del Orfeó Català en los años sesenta, cuando el himno a la senyera estaba prohibido. Eso no fue obstáculo para que me interesaran los citados autores y sus obras. Hoy me resulta plenamente gratificante comentar con mis alumnos, por ejemplo, la obra de García Lorca, poeta universal y sin prejuicios.

En consecuencia, pido más horas lectivas, las más posibles, para impartir y estudiar, tal como se hacía en el plan anterior a la Reforma, la cultura constitucionalmente de todos, y de la cual todos tendríamos que sentirnos orgullosos por su indiscutible calidad y trascendencia mundial.

Es derecho del alumno acceder a su patrimonio cultural, y deber de las instituciones que les llegue. Y eso no tiene por qué reñir con la normalización, al contrario. Lo siento como catalanohablante que siempre he sido y como lectora entusiasta de los clásicos catalanes.