Exorcismos por doquier
Los Set Dies de Poesia logran materializar a Verdaguer en la plaza del Rei en medio de un marasmo de citas
Verdaguer es mucho Verdaguer, y Casasses, otro que tal. Entre ambos habrán escrito la mitad del kilometraje de la poesía catalana de todos los tiempos. La sesión vespertina del pasado jueves, segundo día del festival Barcelona Poesia, titulada La porta de ferro, era un homenaje al primero por parte del segundo, que pudo poner a prueba su prodigiosa memoria. Entre cuartetas de apariencia silvestre y apocalípticas imágenes de L'Atlàntida, Casasses paseó por el escenario de la plaza del Rei a personajes tan poco fashion como Antonin Artaud, Friedrich Nietzsche, Ángel Carmona, Segimon Serrallonga y Pier Paolo Pasolini, quien por cierto consideraba el poema Espines del capellán el estímulo inicial de toda su obra poética. Detrás del rapsoda, a fuerza de brochazos Neus Dalmau transformaba un lienzo de dos por dos en la citada puerta del título, partiendo del mapa de Folgueroles. Afortunadamente apenas empezaba a oscurecer, porque cuando Casasses la emprendió con algunos fragmentos de los Quaderns donde Verdaguer relata cómo llevaba a cabo los exorcismos, parecía que de un momento a otro él se iba a transfigurar en el iluminado limosnero y la plaza del Rei en la tenebrosa capilla de los marqueses de Comillas.
Una de las características que definen los Set Dies de Poesia a la Ciutat, que van por la séptima edición, es la ubicuidad. El jueves, a la misma hora que La porta de ferro, el Institut de Cultura de Barcelona había programado otro recital de relumbrón, el de las poetisas catalanas y portuguesas (repetirán hoy, a las siete de la tarde, en el Museo Marès); pero también se podía ver el Requiem de Alain Tanner en la Filmoteca y el vídeo Roma, peligro para caminantes, basado en la obra de Rafael Alberti, en la FNAC, o presenciar una lectura de presas en Wad-Ras, una sesión de polipsicodelia a cargo del colectivo La Papa, una acción titulada Forward & rewind en la granja Gavà o una lectura de Palau i Fabre en el Ateneo de Nou Barris. Quizá sólo mosén Cinto, desde su exorcizado más allá, tuvo la posibilidad de atender a tal marea de convocatorias.
Por otra parte, por primera vez desde la instauración de las Jornadas de Poesía y Mestizaje que organiza el Aula de Poesía de la UB, anteayer no se hizo público el fallo del premio que convoca esta entidad. Y no se hizo público simplemente porque ha desaparecido. O, mejor dicho, se ha transformado. Por ajustes editoriales (Lumen, la editorial que lo publicaba, fue adquirida hace unos meses por Plaza y Janés), el que iba a ser el undécimo Premio Aula se reencarnará el próximo mes de noviembre en el primer Premio Honoris Causa, que se concederá a un poeta o creador cercano al mundo de la poesía.
Sin dotación económica, el Honoris Causa concederá al distinguido un cuadro original realizado por un poeta pintor, que asimismo se convertirá en el logotipo de la asociación durante el año en vigor. La votación no irá a cargo de un jurado, sino de los 400 asociados del Aula de Poesía, y Lumen se encargará de seleccionar y publicar una antología del premiado, aunque todavía está por decidir si harán lo propio las editoriales Teorema, Espiral Maior y Franco Puzzo, en gallego, portugués e italiano respectivamente. Jordi Virallonga, director del Aula de Poesía, lamentaba anteayer la extinción de un galardón que se había ganado fama de descubrir prometedores talentos, como el caso de Jordi Vintró, en 1998, "pero también es cierto que en un país como Cataluña, donde se convocan 850 premios de poesía al año, por uno menos no va a pasar nada", añadió.
Hoy sábado, día grande de Barcelona Poesia, los actos más relevantes son el espectáculo infantil Música, mestre!, a cargo de Miquel Desclot y Lloll Bertran (Palau de la Virreina, 18.00); el recital de poemas de Luis Eduardo Aute (plaza del Rei, 22.00), y Al final era el vers, con Pau Riba y Lluís Solà, entre otros, además de la coral Cantiga (Palau de la Virreina, 24.00).
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