Discriminación
Esta semana se han celebrado en Jaén unas jornadas sobre el derecho a trabajar en condiciones de igualdad. En estas jornadas se han vuelto a poner de manifiesto las distintas condiciones laborales que se dan entre hombre y mujeres. También, una vez más, se dice que las condiciones laborales de las mujeres son más precarias que las de los hombres. Unas jornadas en las que las cifras que se han dado son para desanimarse, puesto que nada hace pensar que en el horizonte próximo la situación de discriminación endémica que padecen las mujeres vaya a cambiar. Y nos lo hace pensar porque el salto que existe de los salarios entre mujeres y hombres da una diferencia a favor de los últimos cercana al 31%. Es demasiada la distancia para creer que puede salvarse en poco tiempo.
No obstante, aún cuando los datos son desalentadores, es posible un cambio. Ahora es, como nunca, tiempo de poder cambiar las cosas. Acaban de iniciarse unas elecciones, que van a ir seguidas de otras dos -autonómicas y generales-, por lo que el seguimiento del tipo de compromiso que los candidatos hacen en sus programas puede dar una base que justifique el sentido del voto, si es que se quiere que esta situación cambie.
Un mirar este compromiso que va más allá del salario. El salario inferior sólo es una forma más de violencia sobre la mujer. El compromiso tiene que ser más amplio. Tiene que alcanzar a la posición que ocupa la mujer en la sociedad. Una posición que responde a una forma de cultura y de educación marginales sobre ella.
No basta pues con prometer igualdad de salarios. Es necesario algo más. En concreto, una política en todos los ámbitos en la que la mujer esté en pie de igualdad con el hombre. De ahí que, más que en las promesas de una igualdad salarial que nunca llega, pueda ser conveniente que miremos la política educacional, social y laboral -por ahora municipal- que contienen los programas.
Claro que mientras llega el futuro de igualdad y de cambio, no estaría de más que sindicatos e inspección de trabajo denunciaran estos hechos, y la fiscalía actuara. Después de todo, estos hechos pueden ser delito y, al día de hoy, no existe una condena -siquiera una- que pudiera servir de ejemplo para poner coto a esta discriminación.
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