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Un técnico admite que el sensor de emisiones de Rontealde pudo ser manipulado porque no "estaba precintado"

Un técnico de la compañía que controlaba el estado de la chimenea de la empresa química Rontealde declaró ayer en la Audiencia de Vizcaya que el sensor que vigilaba las emisiones pudo ser manipulado. Su testimonio volvió a cuestionar la teoría de la empresa de que no hubo ningún tipo de emisión contaminante el 21 de octubre de 1994, cuando se produjo el escape tóxico.

"Normalmente ese tipo de sensores están precintados, y ése no lo estaba", dijo Juan Manuel Duque, técnico de Endisa, empresa que verifica la calibración de los sensores de emisiones de gases por un convenio con el Gobierno vasco. Las acusaciones de este caso, especialmente la promovida por los ecologistas Ekologistak Martxan, ha incidido en que los sensores de la chimenea de Rontealde se habían manipulado para no registrar el escape de hace nueve años, que provocó un fallecido en Barakaldo y una veintena de afectados.

El técnico, tras la insistencia del tribunal, admitió que él podía verificar la calibración y el correcto funcionamiento del sensor, "pero mañana alguien puede moverlo voluntariamente". Esta empresa realizó la calibración de la chimenea 20 días después del accidente y Rontealde presentó un certificado de la inspección al Gobierno, porque era una de las medidas impuestas para que la planta química volviera a funcionar tras el escape.

En la sesión de ayer, el jefe de Sanidad del Ayuntamiento de Barakaldo, Fernando De Mier, dijo que sólo Rontealde podía ser la responsable del escape, porque ninguna de las otras factorías de la zona emitía niveles tan elevados de dióxido de azufre. Según el fiscal, se superaron en 12 veces los límites legales.

Una de las afectadas por el incidente, Inmaculada Concepción Angulo, de 72 años, dijo que el escape le obligó a permanecer en cama durante una semana y "me fastidió la vida", puesto que cuida a tres nietos de corta edad desde la muerte de su hija. Por su parte, Itziar Artiagoitia, hija del fallecido por el escape, apenas ofreció datos "porque todo lo llevaba mi hermano [ya fallecido]" y únicamente admitió que recibió una indemnización de Rontealde, tras un acuerdo extrajudicial.

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