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LA BARCELONA QUE SOMIO | Los 'alcaldables' en el Aula EL PAÍS
Columna
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Clos: entre Maragall y el infinito

Esta vez le tocó a Clos contarnos sus sueños sobre Barcelona como objeto del deseo. Al candidato socialista a la alcaldía le salieron en tecnicolor los sueños cumplidos o a punto de cumplirse, y en blanco y negro los restantes, los programáticos: equipamientos, equipamientos, equipamientos. He aquí un hijo de payeses del Vallès que fue anestesista y especialista en epidemiología antes de convertirse en concejal de Maragall y en su heredero natural, cuando el príncipe electo del PSC se dispuso a dar el salto a las estrellas, es decir, a la presidencia de la Generalitat. Luego Clos ganó la alcaldía por su cuenta y riesgo, y ahora espera repetir, porque Barcelona ya vive abierta al mar y Collserola es un pulmón, cercado, pero todavía escandalosamente inmenso. Otros sueños en tecnicolor consisten en que, recuperado el mar, Barcelona tenga un tren de alta velocidad y dos ríos: el Llobregat con su delta racionalizado y el Besòs, un vertedero con final feliz, un cumplimiento de agua regenerada y elevada a la condición de parque temático.

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Aquel Clos tímido y ensimismado, que más parecía dar el pésame que pronunciar discursos sobre esto y aquello, ha cambiado radicalmente y está preparado para dar las respuestas necesarias en un alcalde respaldado por las izquierdas y asumido por los céntricos, centristas y centrados. Empecinada tarea porque el candidato convergente, Xavier Trias, otro médico, se vale de un discurso a lo socialdemócrata sueco, como el que empleaba su jefe, Jordi Pujol, también galeno, en aquellos tiempos en que dejaba de ser banquero para intentar llegar a lehendakari, a pesar del escepticismo del doctor Gutiérrez Díaz, secretario general del PSUC y especialista en pediatría. No, no es que Cataluña siga siendo un preocupado y preocupante hospital Clínic, pero la transición fue algo así como un hospital democrático tramado por médicos que dejaron de serlo.

Cabello canoso para corregir la juventud del rostro, Clos ha conseguido utilizar, incluso comunicar, su sentido del humor, subyacente en el propósito de hacer de Barcelona la patria del coneixement universal, donde todos podremos entender el mundo diseñado por la coalición Bush-Aznar y explicado en la pizarra por la señora Palacio. Suceda lo que suceda con el Fòrum de les Cultures, lo cierto es que nadie podrá derruir lo ya construido e incluso es posible que quede un espacio cultural donde reflexionar una vez más sobre de dónde venimos, quiénes somos y adónde vamos. De volver a ser alcalde y de ganar Maragall las elecciones autonómicas, el horizonte político catalán se urbanizaría por todos los puntos cardinales. Maragall concibe Cataluña como una nación de ciudadanos y Clos considera que Barcelona es una acuática ciudad de ciudades que alberga todas las arqueologías necesarias para ser plural, reconocible, imprescindible.

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