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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Mohammed Dib: una mirada interior sublimada

Mohammed Dib, escritor argelino y una de las figuras más importantes de la literatura contemporánea -más de treinta obras jalonaron su existencia consagrada a la escritura-, nació en Tlemcen el 21 de julio de 1920, en el seno de una familia de artesanos. Falleció el pasado día 2 en París.

Huérfano de padre a la edad de once años, debió afrontar las dificultades de la vida, que le fueron moldeando poco a poco. Mientras estudiaba, realizó oficios que iban desde contable a excelente dibujante de maquetas de alfombras de diseño único, empleado de ferrocarril, intérprete de los ejércitos aliados en Argel, profesor y periodista en Alger Republicain (1950-51), donde dio a conocer sus primeros poemas.

Así, al calor de esa formación diversa, pudo navegar por los diferentes estratos de su sociedad y aguzar el sentido de la observación, así como su mirada crítica, pues, al codearse con el pueblo, hizo suyas esas aspiraciones al escribir.

Sin embargo, en 1959, expulsado de Argelia, se instaló en Francia, donde hizo amistad con Louis Aragon, quien le escribió el prefacio de la colección de poesía Ombre Gardienne (1961, premio René Laporte), en donde se hace visible la precisión de la palabra elegida a través de una alquimia del verbo basada en la correspondencia entre léxico, rítmica y sonoridad, portadores de una secreta armonía entre el mundo y la poesía, y en donde el erotismo, cada vez más implícito, invade el decir poético en un cuerpo a cuerpo del poeta con la escritura, como en Formulaires (1970), Omnéros (1975), Feu beau feu (1979), Ô vive (1989) o El niño-jazz (Bassarai,1998), donde se escucha la presencia de los sentimientos en el interior de un sonido purísimo.

Pero su reconocimiento literario le vino ya con su Trilogía Argelia -La Grande Maison (1952, premio Fénéon), L'Incendie (1954) y Le Métier à tisser (1957)-, crónica de la vida cotidiana del pueblecito de Tlemcen y de sus alrededores, que tuvo, sobre todo, la virtud de introducir al argelino en la escena novelesca -escena montada por los escritores de la colonización que habían excluido al autóctono-, restituyéndole, así, la palabra que le había sido confiscada.

Viajero infatigable, permaneció algún tiempo en diferentes países, entre los que hay que destacar Estados Unidos -donde fue profesor en la Universidad de California- y Finlandia, geografía, en la que una parte de su obra lleva la huella de los mares y las nieves de los parajes nórdicos: Les Terrasses d'Orsol (1985), Le Sommeil d'Eve (1989) y Les Neiges de marbre (1990).

En el café (1955) -relatos traducidos a nuestra lengua de los que se hizo eco este periódico- o en La danse du roi (1968) se encuentran palabras españolas referentes a invectivas y a términos culinarios, motivo de notas explicativas, con lo que se les otorga el mismo rango que a los vocablos árabes. En Le maître de chasse, (1973), Dib -que ha expresado el desgarro y la convicción del entendimiento en una armonía superior- habla por medio de la voz de uno de sus héroes, y confirma que el hombre magrebí avanza enmascarado, puesto que ese camino por la conciencia, salpicada aquí y allá de innumerables espejos rotos, a veces aparece como insoportable y mortífera.

Y sus textos (como en Un bruit d'abeilles (2001): novela apocalíptica de ironía desesperada, al igual que en Kafka), titilan entre preocupaciones banales y el vértigo de un recogimiento sin interrupción.

¿Cuál fue su proyecto literario? El autor explicaba, en 1958, que para él, traducir la sociedad que le rodeaba constituía más que un testimonio: puesto que vivimos el drama común y somos actores en esta tragedia, nos parece que un contrato nos liga a nuestro pueblo. Podríamos titularnos sus "escribanos", ya que es hacia él a quien nos tornamos primero. Buscamos aprehender las estructuras y las situaciones particulares. Luego, nos tornamos hacia el mundo para dar testimonio de esa particularidad, pero también para señalar cuánto de esa particularidad se inscribe en lo universal.

Poeta -Premio Stéphane Mallarmé-, novelista -Gran Premio Novela de la Ciudad de París-, ensayista, autor de cuentos y de obras de teatro, su obra vasta, intensa, de una gran elegancia y a veces teñida de hermetismo, fue coronada con el Gran Premio de la Francofonía de la Academia Francesa en 1994. Humanista, siempre poeta y testigo de su tiempo, Dib alcanzó el devenir del ser humano más allá de fronteras y barreras.-

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