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Entrevista:GONZALO JÁUREGUI | Pintor

"Siento pánico siempre que me enfrento al lienzo en blanco"

Gonzalo Jáuregui se ha pasado la vida entre las calles del Casco Viejo de Bilbao, lugar del que se declara devoto. Pintar, ha pintado siempre. "He tenido una vocación clarísima desde muy pequeño. Mi padre pintaba, como aficionado. Una de las primeras imágenes que tengo grabadas, de antes de tener tres años, es a mi padre pintando un macizo de hortensias y yo jugueteando dentro del macizo. El olor a aguarrás siempre me alimenta. Lo asocio a la niñez y al placer", afirma.

Pregunta. ¿Cómo fueron sus comienzos?

Respuesta. Mi padre, que fue abogado, pintaba en casa, aunque nunca terminó un cuadro. Pero siempre que empezaba un nuevo lienzo se compraba todo, un caballete, las pinturas. Luego, cuando se cansaba, me regalaba a mí los materiales, así que yo dispuse de verdaderos materiales de pintura desde muy pequeño. Como tuve una clara vocación, estudié Bellas Artes en una de las primeras promociones.

P. ¿Era consciente de que se iba a dedicar a un mundo difícil?

R. No, nada. Eran los años felices en los que no sabíamos lo que era el paro, ni se nos ocurría pensar que no íbamos a vivir de lo que queríamos. Serían los primeros años setenta. Mucha gente tenía no sólo un trabajo, sino más de uno.

P. ¿Cómo recuerda su experiencia universitaria?

R. En la facultad, muy pequeña, éramos un grupo muy pequeño, algo impensable ahora. Lo que me gustó fue coincidir con un grupo de gente que creíamos en la cultura, que era nuestra pasión. Además eran los años del cambio político. Fue una época muy bonita, muy ilusionante. Se dio el encuentro de compañeros con ideas muy distintas, con todas las ideas, pero todos con la misma pasión.

P. ¿Cuál fue el momento más trascendental de su vida artística?

R. Cuando yo tenía 10 años, compañeros de mis hermanos trajeron a casa un librito de bolsillo, que tenía en la portada el retrato del papa Inocencio X, de Velázquez. Parecía una fotografía. Yo creí que lo era, era imposible que fuera una pintura. Sin embargo, dentro aparecían detalles del cuadro y se apreciaban nítidamente las pinceladas. Aquella maestría me sobrecogió entonces y aún hoy lo sigue haciendo. Yo he buscado ese trazo perfecto.

P. ¿Cómo definiría su pintura?

R. Trato de encontrar una pintura que sea pura esencia, fluida, como si surgiera sola, a pesar de mí mismo. Aunque no sabría cómo definir mi trabajo. Lo que quiero expresar ya lo expreso con la pintura.

P. El suyo es un proceso de creación lento.

R. Comienzo un cuadro sin saber qué voy a hacer, qué va a salir. Cuando me enfrento al lienzo en blanco, me entra pánico.

P. ¿Cuándo da por terminado un cuadro?

R. Eso me lo indica el propio cuadro. Es un diálogo entre el lienzo y yo y hay un momento en que se ha terminado. Para llegar ahí pueden haber pasado años. Pero los cuadros salen cuando salen.

P. ¿Cree que existe una pintura vasca?

R. No sé. Efectivamente, el entorno en el que vivimos nos influye e imagino que a todos nos ha influido el ser vascos. A mí quizá Artxanda, el txakoli, el Casco Viejo, etcétera. Pero como a otros pintores les influye su entorno.

P. ¿Le importa la fama?

R. Lo que me importa es que lo que hago pueda servir para algo, que transmita a la gente. El objetivo de la expresión plástica es la comunicación. Cuando se logra comunicar, eso es lo que importa.

P. Usted que presume de bilbaíno, ¿cómo siente el cambio de la ciudad?

R. Estoy flipando. Encantado con Bilbao, ciudad abierta. Me parece que estoy viviendo un sueño.

PERFIL

Gonzalo Jáuregui (Bilbao, 1955) es definido por sus allegados como "un religioso de la pintura". Cada cuadro supone una experiencia íntima, un diálogo de pintor y lienzo que puede durar incluso años. Dedicado a la pintura desde su niñez, formó parte de las primeras generaciones de la Facultad de Bellas Artes de la UPV, donde actualmente da clases de pintura. Hasta el 3 de junio expone en la galería Epelde & Mardaras de Bilbao.

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