Álvaro del Amo reivindica el cine literario y culto en 'Una preciosa puesta de sol', su segunda película
'Besos de gato', de Rafael Alcázar, mezcla intriga y drama en una historia de padres e hijos
Los largometrajes exhibidos en la séptima sesión del VI Festival de Cine Español de Málaga mantuvieron la misma tónica de los que se han visto hasta ahora en el certamen: buena factura pero una discreta capacidad para encandilar. Ayer se presentaron dos historias muy diferentes, ambas arropadas por actores y actrices de gran solidez; Una preciosa puesta de sol, de Álvaro del Amo, escritor y coguionista en varios títulos de Vicente Aranda, y Besos de gato, de Rafael Alcázar, que transforma a Juanjo Puigcorbé en un padre que se reencuentra con su hija en una dramática aventura nocturna.
La película de Del Amo descansa sobre tres actrices de carácter que dibujan una historia de conflictos entre madres e hijas que el equipo tuvo que defender en la conferencia de prensa posterior al pase de la cinta. Una preciosa puesta de sol es un filme de diálogos, casi teatral, aunque tanto el director como Marisa Paredes rechazaron el calificativo.
Narra una excursión de fin de semana a un hotel de montaña a la que acuden Rosario (Marisa Paredes), una mujer de edad, culta y que acaba de saber que sufre una grave enfermedad; Elena (Ana Torrent), hija de Rosario, atractiva y caprichosa; y Beatriz (Marta Larralde), hija de Elena y nieta de Rosario, que rechaza la idea de tener un hijo con su novio y formar una familia.
Es una película donde el verdadero protagonista es el texto. Álvaro del Amo, que debutó en la dirección en 1980 con Dos, afirma que ha huido del lenguaje y el tono de la calle. "La inmediatez del habla de la calle de ahora ha contaminado el cine", afirmó. "Ésta no es una película realista, en el sentido de que no se emplean expresiones vulgares de la calle, pero sí muestra conflictos reales y personajes humanos. Lo malo de recoger lo que se habla en la calle es que nos olvidamos del verdadero lenguaje. Esto no es costumbrismo ni es Almodóvar", insistió Paredes.
Besos de gato, del director y guionista Rafael Alcázar, se mueve en un registro radicalmente distinto al de la película de Del Amo. Es un thriller de tintes dramáticos basado en la novela Falso movimiento, de Alejandro Gándara. Fran, un abogado de éxito, llega a su casa donde le espera un matrimonio prácticamente roto y un hijo tan anulado que ni siquiera lo ve. Pero Carlota, su pequeña de 16 años, no ha vuelto. Fran ha de salir a buscarla. La encuentra en una discoteca y ella le pide ayuda para buscar a su novio, Chema, que ha desaparecido. Ambos emprenden un peligroso viaje hasta el lado más oscuro de la noche, en el que padre e hija recuperan afectos casi destruidos.
"La comunicación con la pareja y los hijos está casi olvidada por valores como el dinero y la supuesta estabilidad. Durante esa noche, se aleja cada vez más aunque mantiene la idea de que puede volver atrás. Pero no será así. Esto es lo duro de la película, pero también lo más honesto", resumió Juanjo Puigcorbé, protagonista de la cinta junto a Leticia Dolera.
"Toda la historia es una gran metáfora. Al principio, Fran considera malo y lejano todo lo que se mueve en la noche. Luego va descubriendo sus propias miserias. Es también una búsqueda interior del padre", comentó el director, Rafael Alcázar. El largometraje ha contado con colaboraciones de lujo como la de Imanol Arias, Antonio Resines, Pepe Sancho y Ruth Gabriel, entre otros.
Las realizadoras reclaman igualdad de condiciones
¿Existe un cine femenino? ¿Llega el cine hecho por mujeres al público masculino?, y sobre todo ¿es más difícil llegar a hacer cine para una mujer que para un hombre? En torno a estas tres preguntas, formuladas a las realizadoras Isabel Coixet, Icíar Bollaín, Chus Gutiérrez, Laura Mañá, Inés París y Daniela Fejerman, se articuló ayer la mesa redonda Directoras de Cine, celebrada en el festival.
Espoleadas por el moderador de la mesa, Javier Angulo, director de Cinemanía, las seis derrocharon ironía para reclamar igualdad de trato y "normalidad". Angulo aportó datos que ponen de manifiesto la débil presencia que aún tienen las mujeres en el cine español. Por ejemplo, que hasta 1988, sólo 11 películas fueron dirigidas por mujeres, o que desde ese año hasta 2002 éstas sólo han firmado 38 más. O sea, que en toda la historia del cine español sólo el 20% de las películas han sido dirigidas por mujeres, algo que no cambia mucho en EE UU, donde de 11.000 directores de cine sólo 2.000 pertenecen al sexo femenino.
Las protagonistas de la mesa fueron unánimes en una opinión: el cine hecho por mujeres aún no es aceptado con naturalidad ni por los productores, ni por la crítica, ni por el público. "Yo nunca me planteé que era una mujer directora hasta que, al hacer mi primera película, comenzaron a preguntarme en todas las entrevistas qué suponía para una mujer dirigir. Es increíble. Te obligan a plantearte cosas que tú ya tienes más que superadas", protestó Gutiérrez.
Ella y Coixet destacaron también la dificultad de acceder a películas caras siendo mujer. "Cuando lo normal es que conforme vas teniendo más experiencia te den más dinero y tiempo para rodar, nosotras estamos condenadas al cine de autor, de bajo presupuesto y donde tú te lo haces todo", dijeron.
Las quejas de Bollaín se centraron más en las críticas que reciben por los temas que tocan. "Yo no me planteo abordar temas femeninos. Me planteo que hay cosas que no veo en el cine y que me interesan y hago películas sobre ellas", dijo. "Yo lo que me planteo es que no quiero que mi hija se críe con la imagen de la mujer que dan el cine y la televisión actuales", terció París. "En todo caso", agregó Bollaín, "lo que ocurre en el cine es sólo un reflejo de lo que sucede en la sociedad".
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