"Hay tradiciones que se conservan porque la gente no tiene coraje"
Pocos pintores andaluces pueden presumir de colgar sus cuadros en el Museo Guggenheim de Nueva York o que el escritor mexicano Carlos Fuentes lo considere el mejor de su generación. Juan Martínez (Navas de San Juan, 1942) es el pintor jiennense más internacional y exponente de un nuevo expresionismo sombrío a través de sus rostros. Residente desde hace años en Suiza, Martínez vuelve a su tierra con una selección de lo mejor de su obra en los últimos 25 años, que se expone durante todo el mes de mayo en la Universidad de Jaén.
Pregunta. ¿Por qué cree que es tan poco conocido y reconocido en Andalucía?
Respuesta. A pesar de que muchos piensan que Andalucía ha sido un muro para mí, siempre he pensado que soy de aquí, pero que tengo que salir fuera. Mi papel es de observador. Yo vivo de observar a la gente y de pensar cómo se mueve. Alguien me preguntó una vez por qué no venía a mi territorio, y yo le contesté que el único territorio que tengo es mi cuerpo. A partir de ahí, puedo estar en cualquier sitio. Mi trayectoria es un accidente fantástico.
"El desplazamiento me enriquece. Cuando hablas otro idioma no puedes ser integrista."
"Reflejo a personas que, estando presentes físicamente, no lo están moral ni éticamente"
P. ¿Cómo ha influido en su obra el desarraigo que sufrió desde muy pequeño?
R. No lo puedo valorar, pero lo que sí es cierto es que cuando te desplazas sufres, sobre todo al principio. Pero a mí me ha enriquecido y me ha servido para poder hablar muchos idiomas, y cuando hablas otro idioma no puedes ser integrista. La visión de las personas no es igual. Por eso creo que es necesario apoyar a los jóvenes creadores con más talento en nuestra tierra, porque no todo el mundo tiene el coraje de salir fuera.
P. Sin embargo, podría decirse que la suya es una pintura del dolor o el desasosiego.
R. Bueno, la gente piensa que mi obra es mi propio sufrimiento, pero no es así. He tenido una vida feliz, con muchas dificultades, pero soy muy positivo. Más bien lo que intento plasmar es la indiferencia de la gente, indiferencia incluso con ellos mismos, el hecho de no querer ver y aprovechar la vida. Mi obra, en cualquier caso, es particular, porque no intento entrar en ninguna corriente establecida, intento ser. Mi obra puede aportar algo por la diferencia y porque enriquece el panorama.
P. ¿Qué hay de rebeldía en su obra?
R. A mí me interesa, sobre todo, lo social. Es un sentimiento de humanismo y de lo que se podría hacer. Mi angustia es la pérdida de cosas. Por ejemplo, en Jaén podrían hacerse muchas cosas, pero cada uno va a lo suyo y quiere hacer su cosa separadamente. No hay eficacia.
P. ¿Eso podría aplicarse al eterno proyecto del Museo de Arte Ibérico?
R. Claro. Si ese Museo no se hace se pierde una gran oportunidad, porque creo que es el principio de algo importante para esta tierra. Tenemos que empezar por algo que es nuestro y único, y pensar después en otras cosas.
P. Dice su amigo Carlos Fuentes que a usted le obsesiona la búsqueda de la identidad.
R. En realidad yo no sé muy bien lo que quiere decir identidad.
P. ¿Entonces qué hay detrás de esos rostros?
R. Hay, sobre todo, ausencia. Intento reflejar las personas que, estando presentes físicamente, no lo están moral ni éticamente, algo que es mucho más grave que la ausencia real.
P. ¿Y sus emociones ante los colores?
R. Yo pinto para plasmar una idea, pero no para utilizar los colores. Lo imagino todo en valores, en blanco y negro. Como dijo Octavio Paz, necesito un caballito de madera para ir más allá. La realidad es más real en blanco y negro. Los colores no me pueden atrapar, y alguno, como el verde, me da miedo porque me invadía y no lo he dominado. El blanco y negro es la base.
P. ¿Qué le interesa ahora?
R. Encontrar cosas. Me interesa explorar en la psicología, los tabúes o las tradiciones que se conservan, precisamente, porque la gente no tiene coraje y es una forma de agarrarse a algo. Eso sucede, por ejemplo, en la Semana Santa, y se produjo hace años cuando inauguré un conjunto escultórico en un parque de Jaén y me acusaron de no respetar las tradiciones.
P. ¿A qué achaca ese conservadurismo?
R. Quiero mucho a mi tierra, pero siempre he pensado que no podemos ser de otra forma porque el paisaje del olivar es muy serio, un poco triste incluso. Los olivos no sonríen si no les provoca un viento muy fuerte. Eso influye en nuestro carácter de conservación. Es sólo una reflexión, pero una idea que me impresiona mucho.
P. Le interesa mucho la condición humana, ¿no?
R. Sí, me interesa mucho. Pero me decepciono muchas veces porque no quiero admitir que la gente es cobarde.
P. ¿En qué está trabajando ahora?
R. Estoy haciendo una serie sobre la vanidad y el vacío para un museo suizo. Es un tema que me interesa mucho porque es el resumen de muchas cosas que he estado buscando.
P. ¿Cómo ve Andalucía desde la distancia?
R. Sorprende mucho. Pensamos que no se hace nada y me doy cuenta que se hacen muchas cosas. He notado una gran diferencia en los últimos 20 años. De todas formas, si te acercas mucho a una cosa casi no la ves, pero si tomas una cierta distancia la visión es muy diferente y más compleja. Imaginar lo que quieres es casi más fuerte que verlo.
Contracorriente
Juan Martínez dijo una vez que "hay que tener la lucidez de ser impertinente". De alguna manera, ése ha sido el hilo conductor que ha inspirado la obra de un artista que siempre ha ido contracorriente de la oficialidad establecida.
Su pintura dramática e hiriente, rebosante de un humanismo lacerado, ha triunfado en las bienales de París, Sao Paulo o Venecia.
Cuando era muy pequeño abandonó el medio rural de Jaén al emigrar su familia a Barcelona. Más tarde él emprendió rumbo a Suiza. Se formó en las escuelas de arquitectura de Barcelona y Lausanne.
Autor de más de un centenar de exposiciones en países de Europa y América, Juan Martínez tiene cuadros colgados en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el de Budapest (Hungría), el de Pittsburg (Estados Unidos) o el neoyorquino Guggenheim.
Ahora, con ocasión de la exposición inaugurada el miércoles en la Universidad de Jaén, dentro de los actos del 10º aniversario de la fundación de esta institución, se ha editado un libro que recopila los mejores halagos de sus mejores amigos, como Carlos Fuentes, Octavio Paz, María Zambrano o Francisco Calvo Serraller.
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