Italia levanta el cerco a Metrovacesa
Bami y los cambios accionariales han hecho fracasar la OPA de Caltagirone y Marchino
Tras tres meses de batalla, Caltagirone y Marchino han tirado la toalla en su intento por hacerse con el control de Metrovacesa. El lunes lo anunciaron, tras cerrarse el periodo de aceptación de su OPA a la que sólo manifestaron su intención de acogerse los titulares del 23,23% del capital. Una vez más Joaquín Rivero, presidente de Bami y Metrovacesa, se ha salido con la suya y puede reemprender su proyecto de fusionar ambas inmobiliarias. Los perdedores, además de los italianos, son los pequeños accionistas de Metrovacesa, según algunos analistas, que se quedaron ayunos en junio de la prima del 60% que Bami pagó al BBVA por el paquete de control del grupo y que ahora no han podido vender sus títulos a 27 euros, una cotización jamás alcanzada por esta sociedad.
La retirada italiana abre de nuevo las puertas a la fusión entre Bami y Metrovacesa perseguida por el presidente de ambas inmobiliarias
Joaquín Rivero, jerezano como Ruiz-Mateos, sigue adelante, con el apoyo del Banco Popular y de algunas cajas de ahorro, entre otros, en su fulgurante ascensión en el mercado inmobiliario en el último lustro. Las italianas Caltagirone y Marchino, que con su OPA sobre Metrovacesa ponían en riesgo los proyectos y hasta el patrimonio de Rivero, han puesto pies en polvorosa tras tres meses de una dura y turbia batalla.
En este tiempo, Francesco Gaetano Caltagirone, cabeza visible de las sociedades italianas, mejoró en dos ocasiones su oferta de adquisición y requirió a la CNMV una investigación sobre las compraventas de participaciones de Metrovacesa en pleno proceso de tramitación de su OPA. Incluso declaró que estaba sopesando acudir a los tribunales. De nada le ha servido. El lunes, tras constatar que su oferta sólo había concitado el apoyo del 23,23% del capital de Metrovacesa, porcentaje inferior incluso al paquete de control con el que Rivero y Bami gobiernan la inmobiliaria (un 23,9% cuando se presentó la OPA y un 24,9% en vísperas de su conclusión), tiró definitivamente la toalla.
Un hueso duro de roer
Un fracaso previsible a la vista de lo acaecido en torno al capital de Metrovacesa desde que el 22 de enero se presentó la OPA y Rivero y el consejo de Metrovacesa la consideraron hostil: la compraventa de acciones de la sociedad opada se ha triplicado en este periodo respecto al volumen normal de negociación en un ejercicio completo; el fondo de inversión Adia, de Abu Dhabi, vendió el 7% de Metrovacesa a la caja de ahorros El Monte y a las sociedades Expo-An y HC (esta última está participada en un 40% por El Monte) a 27 euros por acción, cuando estos títulos cotizaban en torno a 25 euros; Sacresa, una constructora de la familia catalana Sanahuja, adquirió primero más de un 4% de la inmobiliaria en liza y posteriormente compró a Cartera Deva su participación del 5,22% a 26 euros por acción.
Todas estas sociedades, amén de Bami y Rivero, han negado cualquier concertación para hacer fracasar con estas operaciones la OPA. Un temor compartido por Caltagirone y Marchino con algunos accionistas de a pie de Metrovacesa e incluso con algunos de los directivos de la inmobiliaria.
Rivero se jugaba demasiado en el envite de la OPA porque en junio pagó al BBVA, por su paquete de control en Metrovacesa, los títulos de esta sociedad a 36,5 euros, muy por encima de su precio de cotización de entonces y muy por encima del precio ofertado por los italianos. Para esta operación se había endeudado hasta las cejas y contaba con la fusión de Bami y Metrovacesa para cuadrar sus cuentas y su proyecto. La OPA amenazaba con desbaratar sus planes y descabalgarle del control de la segunda inmobiliaria española y además a un coste menor para el asaltante del que él había pagado.
Ante este panorama, la Bolsa anticipó ya la semana previa a la conclusión del periodo de aceptación de la OPA su fracaso. La cotización de Metrovacesa cayó un 10% hasta los 23,34 euros frente a los 27 ofrecidos por los italianos.
Algunos analistas, tras felicitar a Rivero por el éxito de sus hipotéticas maniobras defensivas, no dudan en atribuir el fracaso de la OPA a las deficiencias de nuestro mercado de capitales, a su falta de transparencia y a la incapacidad de la CNMV para ejercer con eficacia su papel de vigía y árbitro de las operaciones empresariales.
Joaquín Rivero, tras conocer el fracaso de la iniciativa italiana, ha pisado el acelerador en su proyecto de fusionar Bami y Metrovacesa. No está dispuesto a nuevas sorpresas, aunque la nueva legislación de OPA, que obliga a extender la oferta al 100% de las acciones en los supuestos de toma de control, encarece y hace más improbable otra operación para arrebatarle las riendas de Metrovacesa. Los cambios en el accionariado y en el consejo de administración de esta inmobiliaria le obligarán, sin embargo, a reiniciar un proceso de integración que quiere culminar antes del verano.
La irresistible ascensión de Joaquín Rivero
En cinco años, tras entrar en un compañía en pérdidas, Bami, y asumir su presidencia, Joaquín Rivero, a base de fusiones y ampliaciones de capital se ha convertido en uno de los mayores empresarios del sector. Con el apoyo financiero del Banco Popular y de algunas cajas, y con unas buenas relaciones políticas y confesionales con dirigentes del PP (incluido el yerno del presidente Aznar) y con empresarios de su entorno, se ha hecho con inmobilirias grandes y medianas como Zabálburu, Inmopark 92 o Jaureguizahar.
La primera y controvertida ascensión de Rivero se produjo con la adquisición a Altadis (entonces Tabacalera) de Zabálburu en 1999. Bami (4,7 millones de beneficio y 850.000 euros de deuda) compró el 100% de la inmobiliaria de Tabacalera, una compañía cuatro veces mayor, por 294 millones. Rivero abordó este pago en un 50% con el cash flow de la propia Zabálburu, y el resto a través de sus socios mediante una ampliación de capital (una parte no pudo colocarse y tuvo que hacerse cargo de ella, e incorporarse como accionista, el Popular).
Con estos mimbres, y apenas tres años después, Bami se hace con el control de Metrovacesa, que duplica las ventas del grupo de Rivero y multiplica por seis su beneficio. La sorpresa fue doble para los mercados. Por la repentina decisión del BBVA, presidido ya en solitario por Francisco González, de desprenderse de una de sus joyas de la corona, y por la elección de Bami como comprador frente a opciones como Ferrovial o Fadesa. De hecho, BBVA ha tenido que completar parte del crédito de 550 millones cerrado por Bami para la compra de Metrovacesa.
La estrategia ahora es repetir con Metrovacesa, tras el fracaso de la OPA italiana, la jugada realizada con Zabálburu. Una operación que puede perjudicar al pequeño accionista de Metrovacesa, según algunos analistas.
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