Las redes inalámbricas de alta velocidad inician su camino antes de ser aprobadas
La nueva norma IEEE 802.11g es compatible con las redes actuales WI-FI y ya está en el mercado. La IEEE 802.11a, permitida en Estados Unidos, no puede implantarse en Europa por interferir frecuencias militares
La tecnología de red sin cables evoluciona tan deprisa que ya están disponibles en España productos con la nueva norma IEEE 802.11g antes de que haya sido aprobada, lo que ocurrirá previsiblemente el próximo verano. Las tarjetas de red y puntos de acceso 802.11g son compatibles con los productos 802.11b o WI-FI que se venden desde hace unos cuantos años, sólo que a mayor velocidad, de hasta 54 Mbits por segundos.
Esta tecnología no requiere cableado y tiene un coste relativamente bajo. El punto de acceso cuesta unos 200 euros y cada tarjeta de red que se conecta a los ordenadores de sobremesa o portátiles sale a unos 90 euros. Hasta ahora sólo está aprobada en España la norma inalámbrica IEEE 802.11b, conocida también como Wi-Fi, o bien Airport por el entorno Apple, que funciona a la frecuencia liberada de 2,4 GHz. La velocidad máxima teórica es de 11 Mbits por segundo, que en la práctica cae a 4 o 5 en entornos reales y en una mucho más baja si se debe compartir con varios usuarios. El alcance es unas decenas de metros y atraviesa las paredes, lo que es suficiente para cubrir una oficina o el hogar, y siempre se pueden poner puntos de acceso adicionales para zonas más alejadas.
Para aumentar la velocidad, en Estados Unidos se ha desarrollado una nueva clase de productos, que funcionan a una frecuencia de 5 GHz y que responden a la norma IEEE 802.11a, ya aprobada. Estos productos, sin embargo, no se pueden instalar en muchos países europeos, como España y Alemania, porque la frecuencia es de uso exclusivo militar y no está liberada, al contrario que en Estados Unidos. No son compatibles con las redes Wi-Fi y tienen un alcance mucho más limitado al ser la frecuencia más elevada.
Las tarjetas que funcionan con 802.11a consumen más energía que las Wi-Fi. ésta parece que ha sido la razón que ha hecho que Intel descartara su soporte, pese a haberlo anunciado, en la nueva tecnología sin hilos para portátiles Centrino.
Migración hacia 11g
La imposibilidad de vender productos 802.11a en muchos países de Europa y su incompatibilidad con la norma 802.11b ha hecho que se desarrollara una alternativa llamada IEEE 802.11g. Los productos
802.11g funcionan a la misma frecuencia de 2,4 GHz que Wi-Fi, con lo cual son compatibles, y van a una velocidad de hasta 54 Mbits/s, como la 802.11a.
Tantas son las ventajas que los fabricantes fabrican productos que se venden desde diciembre en EE UU, antes de que la norma haya sido aprobada. Está previsto que la norma 802.11g se apruebe en una reunión que el organismo internacional que desarrolla, IEEE, celebrará en verano.
Wifi Alliance, la asociación que certifica la compatibilidad de los productos inalámbricos mediante un logotipo, no ha iniciado aún las pruebas, según su portavoz Brian Grimm, y no lo hará hasta que sea aprobada. Desde el pasado mes de febrero, los nuevos productos de Apple soportan la norma 802.11g, que la bautizado como Airport Extreme. La propia Apple califica la tecnología de "provisional", aunque no espera grandes cambios cuando sea definitiva.
Las especificaciones 802.11g están fijadas a nivel de componentes y sólo podrían haber unas pequeñas modificaciones a nivel de software al ratificarse formalmente.
Los productos que se venden ahora, por tanto, serían fácilmente actualizables. Esto hace que los suministradores que los venden incluso en España, como Buffalo o Netgear, se comprometan a hacer las modificaciones oportunas o incluso a cambiar el producto si hay variaciones en la normativa final.
Para Fernando García-Yáñez, director general de Netgear en España y Portugal, la introducción de estos productos dinamizará aún más la instalación de redes inalámbricas en nuestro país.
Néstor Carralero, director de mercadotecnia de 3Com, calcula que su empresa empezará a vender productos con la nueva norma esta primavera. Serán compatibles con Wi-Fi y los puntos de acceso también llevarán una ranura para insertar una tarjeta con la norma 802.11a al ser el mismo producto que se vende en Estados Unidos, aunque en Europa no se podrán utilizar.
En la misma situación se encuentra D-Link, que ha anunciado productos 802.11g, Airplus Extreme, para este trimestre.
Cisco aún no ha fijado fecha para su introducción, pero no tardará mucho, como dice Rafael Pérez, director del área de pymes de la filial española.
Competencia a los móviles
Las redes inalámbricas están haciendo la competencia a las redes de telefonía fija y móvil. Tanto en núcleos de población rurales como en empresas que tienen distintas sedes cercanas están instalando redes inalámbricas porque les resulta más económico y les evita tener que hacer zanjas o poner sofisticados enlaces de telefonía móvil o de microondas.
Un punto de acceso inalámbrico puede ser un área de unas pocas decenas de metros, pero se le puede conectar una antena que se instala en la azotea que se comunica con otra a una distancia de varios kilómetros.
El otro gran mercado son los locales con puntos de acceso públicos o hot spots, como salas de conferencias, hoteles, aeropuertos, campus universitarios y bibliotecas. La consultora In-Stat calcula que sólo existen unos 1.000 locales con acceso inalámbrico en toda Europa, pero se prevé que su número se multiplique en los próximos años. Se estima que existen unos 16.000 usuarios de redes inalámbricas públicas, pero su cifra podría ser de medio millón en 2004, según la consultora Yankee Group.
En estos momentos existen unos 700 productos Wi-Fi y se han vendido en total unos 5 millones de unidades, por importe de 500 millones de dólares, según Wi-Fi Alliance.
Los operadores de telefonía móvil empiezan a ver con preocupación el progresivo despliegue de redes inalámbricas en lugares públicos, especialmente en hoteles, porque les restará ingresos. Los propios operadores, de todas formas, ya están utilizando redes inalámbricas para extender la cobertura de sus redes GSM en zonas de difícil acceso porque les cuesta mucho menos que poner una antena móvil GSM.
No todos están de acuerdo en un futuro tan prometedor de la tecnología inalámbrica. Martin Cooper, presidente ejecutivo de ArrayComm y que desarrolló el primer teléfono móvil para el sistema estadounidense cuando trabajaba en los Laboratorios Bell de ATT hace justo ahora 30 años, piensa que la tecnología inalámbrica no es práctica ni económicamente rentable en áreas de gran extensión y que la telefonía móvil es mucho más eficiente. Cooper señaló en una entrevista a CNET que a las redes inalámbricas les pasará como a las cabinas telefónicas, que se han vuelto obsoletas.
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