Richard Thompson regresa a la vanguardia del 'folk-rock' tras cuatro años de silencio
'The old kit bag' es el 25º álbum en solitario del fundador de Fairport Convention
Richard Thompson (Londres, 1949), patriarca indiscutido del folk-rock británico, ha vuelto por sus fueros. Tras cuatro años de silencio discográfico, el que fuera fundador de los míticos Fairport Convention y partícipe, junto a su ex mujer, de uno de los más populares dúos de los años setenta y primeros ochenta -Richard & Linda Thompson-, apuesta por su vertiente más cruda y guitarrística en un disco que la crítica del Reino Unido ha recibido con entusiasmo. Se titula The old kit bag y hace ya el número 25 de su producción en solitario.
Las 12 nuevas composiciones de Thompson se presentan bajo un subtítulo pintoresco (Ungüentos, hojas de parra y torniquetes para el alma) y con su visión irónica del amor y demás vicisitudes de la vida cotidiana como constantes argumentales. En lo musical, cuenta con la producción de John Chelew -habitual de John Hiatt, Blind Boys of Alabama o Norma Waterson- y con un sonido intencionadamente básico, casi de primeras tomas. "Grabamos juntos en formato de trío y luego agregué alguna segunda guitarra, algún dulcimer, pequeñas partes de teclados y poco más. Bien pensado, éste es casi un disco en vivo", relata.
The old kit bag constituye, además, la primera entrega de Thompson en una discográfica independiente (Cooking Vinyl), tras haber recorrido casi todas las multinacionales de la grabación a lo largo de 36 años de carrera. Cuando se refiere a la industria, aflora su perfil más genuinamente cáustico. "Por lo general, no hay manera de que te paguen hasta que te metes en pleitos... En Fairport Convention nos llevó 15 años ver el primer penique de Island, y eso que eran amigos nuestros. En la actualidad, las multinacionales no ven más allá del Top 40, pero el público, poco a poco, se está dando cuenta de que quiere escuchar otro tipo de cosas".
El disco número 25 de Thompson revela su inmenso talento como guitarrista, que en su día ya subrayara el mismísimo Jimi Hendrix. "Soy un londinense que siempre se ha movido en torno a la tradición folk británica, pero echaba de menos un ingrediente rockero que ahora intento acentuar", explica. Y lo consigue, pese a ciertos achaques. "Tengo el codo derecho bastante resentido, por abusos que no siempre tienen que ver con la música. Lo evito tocando con la guitarra más baja que antes, aunque esa postura sea más incómoda para la mano izquierda".
Richard Thompson también ha participado recientemente como colaborador en Fashionably late, el álbum con el que Linda Thompson reaparecía tras 16 años de una rara afonía nerviosa. El episodio resultó "entrañable", pero Richard aclara que no hay posibilidades de reconstituir un dúo del que la revista Rolling Stone escogió su último disco en común, Shoot out the lights (1982), como uno de los 10 mejores de la década.
Linda tampoco ha abonado el terreno para reencuentros posteriores. En el penúltimo número de la revista estadounidense Dirty linen, rememora con horror algunas experiencias maritales. "Sobre todo, cuando a Richard le dio por el budismo e insistió en que viviéramos en una especie de comuna sufí. Alguien que vio aquel campamento dijo que todos los hombres, con sus turbantes y esas cosas, parecían sacados de Lawrence de Arabia, mientras que las mujeres, con los hijos todo el día en brazos porque no nos dejaban usar cochechitos, éramos como de película de Kurosawa".
Devaneos metafísicos al margen, existe una rara unanimidad sobre el papel de Thompson como uno de los cronistas más originales, cultos e incisivos que ha dado el Imperio, en la línea de Billy Bragg o Elvis Costello. Su cancionero ha recibido versiones de REM, Costello, David Byrne, Bonnie Raitt, Emmylou Harris, Los Lobos, Greg Brown, June Tabor, Norma Waterson, Dolores Keane o Ian Matthews, y el rockero estadounidense John Mellencamp reconoció: "Él es capaz de decir en una sola línea más que yo en toda una canción". Thompson, como casi siempre, se quita importancia. "Simplemente, cuando empezaba en este oficio, allá por 1966, no existía la música que yo quería escuchar. Por eso, no me quedó más remedio que crearla".
Babelia
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