_
_
_
_
Reportaje:FÚTBOL | El gran clásico

Gran teatro para el gran actor

Figo jugará con ánimo de revancha uno de esos partidos que le motivan doblemente

Un buen enemigo y un buen público es todo lo que necesita Luis Figo para dar lo mejor de sí mismo. Justamente los ingredientes que tendrá el clásico del Bernabéu, escenario ideal para un jugador dotado de un talento extraordinario para teatralizar partidos. Ante el Barça, equipo al que ha identificado como enemigo, el portugués pondrá en juego todo el registro de que es capaz.

El partido de la primera vuelta, el 23 de noviembre, rompió los últimos lazos emocionales entre Figo y la hinchada culé. Aquella noche, el Camp Nou le rindió su último homenaje masivo: zarandeándole con insultos y lanzándole objetos, demostró lo mucho que le tenía en cuenta, el enorme valor que le concedía. Puro alimento para el ego del jugador, que en medio del fragor fue capaz de reírse de sus agresores parodiando una publicidad de Coca-Cola con una de las botellas que le acababan de lanzar. Figo regresó a Madrid medio aturdido. Despechado y libre para odiar de nuevo. Acababa de encontrar otro enemigo y ya masticaba la revancha. El sábado la tendrá en bandeja.

Más información
Estorbo o recurso, nunca una apuesta

De un tiempo a esta parte, Figo se ha convertido en el tipo de futbolista que necesita estímulos concretos para dar rienda suelta a su talento interpretativo y futbolístico. A sus 30 años, el fútbol por el fútbol ha perdido el atractivo de otras épocas. Los partidos ya no son los partidos callejeros de Cova da Piedade, y la hinchada granítica del Bernabéu nunca será la murga dicharachera del gol sur del Camp Nou. Aquella cuya última canción dedicada a un futbolista rezaba: "No pares Figo-Figo, no pares Figo-Figo".

Lejos de ser uno de esos atletas autoreferenciales, ahora Figo necesita evolucionar midiéndose en relación a otros. Si percibe que domina la situación puede llegar a desentenderse hasta resultar intrascendente. Pero si se siente desafiado, si percibe un adversario, opera su instinto territorial. Se transforma en un rival temible y ofrece su mejor versión. Eso es lo que puede ocurrir contra el Barcelona, y es lo que ocurrió contra el Manchester.

La noche que el Madrid recibió al conjunto inglés, Figo estaba herido en su vanidad. Los rumores sobre el fichaje de Beckham le habían alertado. David Beckham, volante derecho del Manchester United, era joven, guapo y, además de una buena pegada, no había corte de pelo que le viniera mal. Que ocupara exactamente el lugar que ocupa el portugués en el Madrid no hizo mucho para aliviar la amenaza. Cuando Figo saltó al campo no sólo lo hizo pensando en jugar al fútbol. Jugó para defender su lugar y su autoestima, y, sobre todo, para derrotar a Beckham. El gol que marcó, a un toque a la escuadra contraria, desde 20 metros, fue su sentencia.

Mañana Figo volverá a encontrarse en una situación parecida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_