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PERFIL | Ruth García Orozc
Columna
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La frialdad accesible

La dimisión y baja por la posición del Partido Popular ante la guerra en Irak, el pasado día 8, de quien fuera secretaria general de este partido en Almería hasta el 23 de septiembre pasado, concejal del Ayuntamiento desde 1999 y diputada provincial, no ha desencajado ningún rostro en el PP. Más de uno ha respirado con alivio tras la marcha de esta mujer, Ruth García Orozco, que se afilió al PP en 1999. Nacida en Almería, de 35 años, abogada y técnico en la administración general del Ayuntamiento de Almería -en el que hizo una labor "encomiable", según un compañero, como funcionaria en el mandato 95-99- Ruth García Orozco hubiera ejercido como concejal de Obras Públicas si Juan Megino hubiese revalidado la mayoría absoluta obtenida en 1995.

"Como compañera no respondió nunca, pero tiene una imagen impecable en la calle"

Sin embargo, lejos de suceder aquello, ejerció como concejal en la oposición y el presidente de la Diputación y del partido, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, trasvasó su eficacia y buen hacer a la institución supramunicipal. Allí comenzó su carrera política dentro del partido que vivió los momentos más bajos con ella como secretaria provincial entre 2001 y 2002. Su sencillez y accesibilidad como persona contrastó, sin embargo, con su desconfianza permanente con los históricos del PP. Una desconfianza que la llevó a fiarse de quienes "no debía", dice otro dirigente. Se rodeó de gente "nueva" como Pablo Venzal, Francisco José Amizián, Manuel Guzmán o Javier Aureliano García y acabó pagando los platos rotos por las situaciones generadas en muchos puntos de la provincia. "No estuvo a la altura como secretaria provincial. No en cuanto a su capacidad de trabajo sino en que no se dejó aconsejar. Al final, le colaron muchos goles. No tenía notoriedad y el partido parecía la panda de Pancho Villa. No supo imponerse para no desgastar al presidente", aseguran quienes vivieron de cerca esa etapa. Ni siquiera el núcleo de mujeres del partido (María del Carmen Crespo, Ana Toro o María del Mar Agüero) consiguió ganarse su confianza.

Fuentes muy cercanas a Luis Rogelio Rodríguez-Comendador no vacilan en reconocer su sorpresa por la "benevolencia" con la que el presidente ha tratado a García Orozco, al concederle unos días de meditación antes de que ésta se diera de baja en el partido. "El presidente se ha portado muy bien con ella en esta crisis aunque como compañera no respondió nunca bien de nada. Sin embargo, tiene una imagen impecable en la calle". Los mismos círculos denuncian desavenencias y roces entre la ex diputada y los funcionarios y compañeros en el Palacio Provincial. Otros sectores del partido también observan ese carácter dual de la ex militante popular: "Te da dos besos por la mañana y luego te ignora todo el día. Le faltaba sensibilidad y creo que una persona así no puede entrar en un partido político. Cuando entras a un partido te tienes que ofrecer a los demás". Quienes la tachan de fría y calculadora, aunque su imagen pública diga lo contrario, aseguran que cuando tuvo la riendas del PP almeriense propició la confusión por "repartir mucho" las responsabilidades en pos de su afán de control. Paradójicamente, "ni pinchó ni cortó" como secretaria general porque no quiso, no supo o no se dejó aconsejar, hasta transmitir la inseguridad que alimentaba esa desconfianza "a todo el mundo", a su equipo de Diputación.

Los ex compañeros de García Orozco todavía esperan una explicación de su marcha y una despedida. En el seno del PP reina la idea de que la guerra contra Irak "sólo ha sido una excusa" que ha colmado el vaso de una cascada de decepciones, después de que la nombraran secretaria ejecutiva de análisis y estudios del PP andaluz cuando la destituyeron como secretaria provincial. Los problemas con las listas para las municipales se sumaron más tarde a la situación larvada. En cualquier caso, la mujer fría y calculadora, pero también humana y eficaz, se ha marchado sin decir adiós a nadie.

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