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Reportaje:EL FUTURO DE IRAK

Chalabi y ¿cuántos más para suceder a Sadam?

La ONU debe desempeñar un papel importante", enfatizaba Ghassan Atiya. "Cuanto menos papel desempeñe la ONU, mucho mejor", afirmaba Latif Rachid. Los miembros de la oposición iraquí que se disputaban el micrófono en la rueda de prensa que concluyó, el martes pasado, su última reunión en Londres dieron una penosa imagen de división sobre todos y cada uno de los temas que abordaron.

El más conocido de esos opositores, el rostro mediático de los adversarios de Sadam, es Ahmad Chalabi, que encabeza el Congreso Nacional Iraquí (CNI), un conglomerado de grupos opuestos al régimen baazista.

Chalabi, de 54 años, banquero de profesión, fue condenado en ausencia por un tribunal jordano, en 1980, a 22 años de cárcel por fraude y malversación. Desde que en 1992 fue fundado el CNI, la prensa norteamericana ha puesto dos veces en duda su honradez a la hora de gestionar los millones de dólares que la CIA le entregó para promocionar su organización.

Washington baraja rescatar los restos del ejército de Sadam -no a la Guardia Republicana- y apoyarse en él para gobernar provisionalmente el país
El opositor preferido por el Pentágono, Ahmad Chalabi, fue condenado en ausencia en Jordania a 22 años de cárcel por fraude y malversación

Por si no bastasen sus dudosas iniciativas financieras, sus pinitos militares también se saldaron con un desastre. En 1996, Chalabi se empeñó, en contra de la opinión de sus tutores norteamericanos, con liberar las ciudades de Mosul y Kirkuk con combatientes kurdos. Sostenía que el resto del país caería entonces como un castillo de naipes. Los libertadores fueron aplastados por la Guardia Republicana.

Chalabi y sus secuaces constituyen, pese a todos sus desvaríos, el armazón en el que quiere apoyarse Estados Unidos para empezar a gobernar Irak. El Departamento de Estado siempre dejó entrever sus reticencias ante Chalabi -mostró cierta inclinación por personajes ajenos al CNI como el ex ministro Adnan Pachachi o el prudente Ayad Allaui-, pero el Pentágono le ha mantenido su confianza.

Envalentonado por este respaldo inquebrantable, Chalabi ha tomado rápidamente posiciones viajando a Irak -el martes fue visto en Nasiriya- y reivindicando. Repite a diestro y siniestro que no se conformará con un mero papel asesor de los militares norteamericanos.

El esqueleto iraquí privilegiado por la Administración de Bush para asentar su autoridad en Bagdad es raquítico. El CNI "ya no goza de respaldo dentro del país", declaraba a la BBC Leith Kubba, un experto en Irak del National Endowment for Democracy de Washington. "Los izquierdistas, los antiguos comunistas y los grupos islamistas dentro del país, que en su día se adhirieron al CNI, ahora se han distanciado de él".

Conscientes de esta debilidad, los colaboradores de Colin Powell y de Donald Rumsfeld han incitado a la oposición iraquí a cerrar filas. En agosto invitaron a Washington a seis movimientos de oposición; en diciembre propiciaron la reunión en Londres de medio centenar de grupos; en febrero, una conferencia celebrada en Salahadin (Kurdistán iraquí) eligió a un consejo directivo de media docena de exiliados para aconsejar a los norteamericanos.

Más representativas que el CNI son las formaciones étnicas o religiosas de la oposición. En el norte, la población kurda se identifica con la Unión Patriótica Kurda y el Partido Democrático de Kurdistán, que administran una franja territorial en la que viven 3,5 millones, el 70% de los kurdos iraquíes. Ambos han trabajado en estrecha colaboración con la CIA.

Aunque es imposible medir su fuerza, dos movimientos gozan de cierta audiencia entre los 14 millones de shiíes iraquíes, cerca de un 60% de la población. Por un lado está el viejo Al Daawa, algo mermado por sus disidencias internas. Por otro está el joven Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, más afín al clero del vecino Irán.

Desconfianza mutua

Disidentes shiíes y responsables norteamericanos desconfían, sin embargo, los unos de los otros. Los primeros están aún resentidos porque, después de haberles incitado a rebelarse, en 1991, contra el dictador, el entonces presidente de EE UU, George Bush, padre, dejó que les aniquilara. Los segundos temen que los shiíes iraquíes estén demasiado sometidos a la influencia de Irán, un país al que el actual presidente, George Bush, ha colocado en el famoso eje del mal.

Pero en Irak no sólo ha existido una oposición civil. La hubo también militar, y ahí están para atestiguarlo los generales Nezzar al Jazraji, Najib al Salhi, Taufic al Yassiri o Fauzi al Chamari, que capitanean grupitos de oficiales exiliados.

Algunos preconizaban en Washington crear una herramienta nueva, para gobernar Irak, compaginando a estos generales con el puñado de exiliados entrenados por militares de Estados Unidos en la base húngara de Taszar y con los restos rescatables del derrotado ejército de Sadam. Las dos ramas de su temible Guardia Republicana no serían, en ningún caso, recuperables.

"En realidad, pocas instituciones iraquíes tendrán más valor el día después del cambio de régimen que el ejército regular", escribe Patrick Clawson en su libro Cómo construir un nuevo Irak después de Sadam.

"Es más", prosigue este experto del Washington Institute que formó parte de un grupo de asesoramiento de la Administración de Bush, "los generales se pueden convertir en figuras destacadas de un nuevo Gobierno incluso si este Gobierno es mayoritariamente civil y es nombrado en una cumbre internacional de reconciliación similar a la que tuvo lugar en Bonn" en 2001 para designar al Ejecutivo que sucedió en Kabul a los talibanes.

Por de pronto, la Administración norteamericana tiene la intención de seguir pagando sus emolumentos a los soldados iraquíes para que no deambulen sin trabajo y por si acaso pueden servirle.

Coaliciones y grupúsculos

LOS SHIÍES.Al Daawa es el más antiguo de los grupos de oposición shiíes. Llegó a practicar la lucha armada. La represión padecida y las escisiones han mermado sus fuerzas. En 1982 surgió el Consejo Supremo de la Revolución Islámica, del ayatolá Muhamad Bakú al Hakim, exiliado en Teherán. Sus vínculos con el régimen iraní son mucho más intensos que los de Al Daawa.

LOS KURDOS. Dos grandes formaciones representan a esta minoría: el Partido Democrático del Kurdistán, de Masud Barzani, fundado en 1946, y la Unión Patriótica del Kurdistán, una escisión surgida en 1975 y dirigida por Jalal Talabani. Ambos han mantenido luchas fratricidas, pero en la segunda mitad de la década de los noventa se pusieron, por fin, de acuerdo para repartirse la administración de la franja norte de Irak que escapaba a la autoridad de Sadam. Existen otras pequeñas facciones kurdas, algunas aliadas incluso esporádicamente con el régimen de Bagdad.

CONGRESO NACIONAL IRAQUÍ. Conglomerado de grupos y grupúsculos fundado en 1992 con una dirección tricéfala pero cuya cabeza visible es Ahmad Chalabi. Pese a haber perdido a muchas de las organizaciones afiliadas, desde los comunistas hasta los shiíes de Al Daawa, el CNI es, desde 1998, el interlocutor privilegiado de Estados Unidos para la "liberación" de Irak. En su primer año de existencia, el CNI recibió, según la prensa norteamericana, 20 millones de dólares para llevar a cabo una campaña internacional contra Sadam.

Junto con estos tres bloques convive una multitud de pequeñas formaciones, algunas de las cuales son meros clubes de amigos, como la formación monárquica que encabeza un primo del depuesto rey. El Movimiento de la Concordia Nacional goza también del aprecio de EE UU. El Partido Comunista ha perdido peso tras el desmoronamiento de la URSS. Existen también partidos étnicos asirios o turcomanos.

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