Deloitte da marcha atrás
La auditora decide mantener su filial de consultoría un año después de anunciar la separación definitiva de este negocio
El último episodio de la historia de amor y odio entre consultores y auditores tiene como protagonista a Deloitte & Touche. Un año después de anunciar el divorcio de ambos negocios y tras meses de negociaciones para decidir el cómo y el cuándo, su presidente, James Copeland, ha informado de que la firma da marcha atrás. Consultores y auditores seguirán unidos bajo el mismo nombre por el momento.
En el comunicado hecho público por la firma se alega a "factores externos", como la situación económica general, agravada por la guerra en Irak, y la del mercado de crédito en particular. Aunque ni consultores ni auditores quieren dar más detalles del proceso, esas palabras pueden esconder la incapacidad de los consultores para encontrar la financiación necesaria para la operación, ya que ésta se dio por cerrada el pasado mes de diciembre. Entonces ése parecía el único detalle suelto.
El acuerdo de 'divorcio' se dio por cerrado en diciembre. El único detalle suelto era la financiación de la operación
La situación de Deloitte Consulting, que da servicios tecnológicos en 34 países y tiene unos 15.000 empleados en todo el mundo, tampoco ayuda. La firma, como todo el sector, se ha resentido de la mala situación económica y el último ejercicio facturó un 9,8% menos que en 2001 (3.150 millones de dólares). Tras meses de negociaciones, los más de 850 socios de consultoría de la firma habían acordado con sus hermanos auditores que recomprarían su parte del negocio y habían fijado la cantidad para comprar su independencia, que no se ha hecho pública; habían escogido su nuevo nombre (Braxton) y seleccionado a una nueva agencia de publicidad; y anunciaron su firme decisión de mantenerse como empresa privada, propiedad de sus socios.
El cambio de planes, además, va a contracorriente, pues la mayoría de las grandes firmas de servicios profesionales han dicho adiós a su negocio de gran consultoría -desarrollo e implantación de sistemas de información- para evitar conflictos de interés a sus auditores. Deloitte fue la última en tomar esa decisión, cuando los escándalos empresariales arreciaban en Estados Unidos, y debe convencer ahora a los reguladores de medio mundo de que la marcha atrás no pone en peligro la independencia de sus auditores. Primero en Estados Unidos, donde Deloitte Consulting genera el 68% de su negocio, y donde se han endurecido las leyes relativas a esta cuestión.
El proceso puede suponer un coste de imagen para la firma, donde los consultores contaban con su propia estructura desde 1996 y sólo compartían con los auditores la red internacional. Y puede no estar cerrado. La filial francesa de consultoría ha anunciado que seguirá adelante con la separación, según distintas fuentes, porque una ley que prepara el Parlamento impedirá a las firmas de auditoría ofrecer servicios de consultoría. No parece probable que puedan producirse deserciones tipo en cadena. Algunos socios de la consultora, entre ellos el consejero delegado en España y Portugal, Grant Greatrex, se han reunido esta semana en Nueva York (EE UU). Su futuro está en juego.
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