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Reportaje:

Una complicidad discutida

El dueño de un café, condenado en Francia por servir alcohol a un automovilista que causó tres muertes

Marc Bauduin le sirvió a Philippe Schehr dos grandes vasos de vino, 75 centilitros en total. Nada de extraordinario, porque Schehr bebía todas las noches, y mucho. Pero la del 3 de octubre de 2002 fue distinta porque el piloto automático del alcoholizado Schehr no bastó para llevarle a su casa sin causar daño alguno. Rodando a 130 kilómetros por hora, Schehr embistió un coche que venía de cara y que apenas pudo esquivarle, justo para estrellarse contra un árbol y causar la muerte de tres jóvenes de 17, 18 y 25 años.

La justicia francesa ha juzgado esta semana en Dijon a Schehr y le ha condenado a tres años de cárcel por "triple homicidio involuntario". Hasta aquí, nada de extraordinario. La sorpresa viene de la decisión de implicar a Bauduin por "complicidad del delito de conducir bajo los efectos del alcohol" y de una sentencia que castiga a Marc Bauduin a dos meses de cárcel con suspensión de pena. "Hice mi trabajo, como miles de cafeteros franceses lo hacen cada día. La complicidad sólo existe cuando se hace queriendo", dice el hombre. Y sus colegas de profesión le respaldan: "Estamos ante una deriva a la americana. De pronto nadie es responsable, la culpa siempre es de los otros cuando todo el mundo sabe que, si se quiere beber, no se puede conducir".

El fiscal se reunió con el sindicato de propietarios de bares de la Côte-d'Or, una zona de la Borgoña, de gran prestigio vinícola. "Les dije que no tenía nada contra ellos, pero que nadie queda al margen de la ley y que su complicidad tenía que ser tenida en cuenta en casos tan evidentes". Para la madre de una de las víctimas, "no había por qué condenar al cafetero; todo el mundo bebe, pero no todo el mundo conduce". Para el abogado defensor de Bauduin, "estamos ante una herejía jurídica, porque el término conscientemente ha sido largamente analizado y no puede asociarse a la noción de complicidad, porque eso equivale no sólo a decir que se sabe qué delito va a cometerse, sino a decir que hay una voluntad explícita de asociarse a la comisión del delito".

Los propietarios de bares exigen ahora a la ley que establezca el número de copas que pueden servirse legalmente. "Se está abriendo la puerta a todo tipo de interpretaciones", dice el presidente de la asociación de cafeteros. "Tal y como concibe el fiscal la noción de complicidad, los fabricantes de automóviles no tardarán en ser perseguidos por producir coches que pueden superar las velocidades autorizadas". De momento, Marc Bauduin lleva seis meses con su bar cerrado y sumido en una profunda depresión. Nunca se imaginó cómplice de un homicidio: "No dejo de reprocharme cada día el no haber llamado a un taxi para que llevase a Schehr a su casa".

Marc Bauduin, en compañía de su esposa, durante el juicio celebrado en Dijon.
Marc Bauduin, en compañía de su esposa, durante el juicio celebrado en Dijon.AFP

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