El Madrid se salva en el último segundo

El Madrid se metió en el partido a empujones y en el último segundo, gracias a un triple de Victoriano, pero se metió. Y lo hizo después de haber sido durante los dos primeros cuartos una sustancia insípida, incolora e inodora.

La dirección de Carles Marco durante la primera mitad, su control remoto de la situación, su idilio con la pelota, mantuvo al Joventut hasta con 19 puntos de ventaja ya iniciado el tercer periodo. Entonces, el Madrid, cuando ya no era más que escombros, restos fósiles de un equipo, emergió por orgullo. Empezó a hacerse fuerte en el rebote y salió a flote antes de ahogarse en el último segundo. Porque sí. Por defensa, muy fuerte, y porque no podía perder. Por orgullo. Y como no podía perder, sujeto a la actitud y a los triples de Mumbru y Victoriano, ganó.

Sencillamente, se estaba suicidando y, de repente, decidió salir a la superficie y no dejarse morir. Y menos de esa manera. Dimitiendo ante Bueno y Tabak, dos ex madridistas, en el debate de la pintura y con un desbarajuste a la hora de seleccionar el tiro, que ralló el disparate permanente. Esto, el disparate en la dirección, se mantuvo hasta el final. Y eso que Victoriano, uno de los encargados de esa faceta, fue quien terminó el choque como héroe indiscutible. Al Madrid le bastó cierta intensidad defensiva ante un Joventut que sobrepasa por muy poquitas décimas la mediocridad. La décimas que aporta Marco, y ayer, esas décimas, no bastaron ante la ciega acometida de un equipo que se estaba quedando sin oxígeno. Puro orgullo, muy poco juego.