Raúl se empeña en no perder
El capitán evita a última hora la derrota ante Ucrania en un partido que se volvió loco en el tramo final
Tras pasar toda la tarde del brazo de Fedorov y muy a última hora, Raúl acudió a su cita de todos los partidos. Marcó un gol por arrestos, fabricó otro por inteligencia y dejó a salvo la estadística de España, que flirteaba con su primera derrota desde 1998 en una fase de clasificación. Después de intentarlo una y mil veces, el mejor futbolista español de todos los tiempos dio con la clave secreta, abrió la caja fuerta en la que le había encerrado el rival y salió para dar la vuelta al resultado. Y cuando España ya se frotaba las manos, cuando ya se disponía a subir a hombros a su gran capitán, apareció Horshkov, soltó una volea desesperada y mortal y dejó la cosa en un empate. Un desenlace más justo que el que había decidido la tozudez crónica de Raúl, empeñado como está en protagonizar y ganar todas las citas.
UCRANIA 2 - ESPAÑA 2
Ucrania: Shovkovsky; Tymoschuk, Dmytrulin, Fedorov, Nesmachny; Kormyltsev (Kalinichenko, m. 63), Husin, Horshkov; Vorobey, Shevchenko (Serebrennykov, m. 67) y Voronin.
España: Casillas; Salgado, César, Marchena, Aranzábal; Albelda (Xavi, m. 65), Baraja; Etxeberria, Guti (Valerón, m. 65), Vicente (Tristán, m. 77); y Raúl.
Goles: 1-0. M. 11. Shevchenko controla el balón en la derecha del área y centra con bote picado. Casillas y Salgado se hacen un lío y Voronin, libre, marca a placer.
1-1. M. 83. El balón se queda muerto dentro del área tras un tiro de Tristán. Raúl corre por el balón, gana a Fedorov y al portero y marca.
1-2. M. 87. Raúl le hace de pantalla a Baraja, le deja suave el balón, y el centrocampista rasea para Exteberria, que, dentro del área y con la izquierda, anota.
2-2. M. 90. Horshkov conecta una volea terrible desde la frontal.
Árbitro: Riley (Inglaterra). Amonestó a Tymoschuk, Husin, Baraja y César.
Unas 80.000 personas en el estadio Nacional.
El adversario se convirtió en un dolor de muelas precisamente por su prehistórica táctica
Porque España lo pasó mal. Como si el diablo hubiera cargado cada una de las frases que Iñaki Sáez fue soltando, Ucrania se convirtió en un dolor de muelas precisamente por su prehistórico planteamiento: mucho desorden y algún obsesivo marcaje individual. El técnico, para descartar una vigilancia especial sobre Shevchenko, dijo que esas cosas eran propias de antes de la guerra. Y, quién sabe si como castigo, el rival aplicó a Raúl y Guti dos guardaespaldas decididos a irse con ellos hasta el cuarto de baño. Con todo lo viejo de la estructura ucrania, España no acertó a desmontarla. Y perdió así durante la mayoría de los minutos a su mejor elemento, al jefe de todos, a Raúl, del que Fedorov ya conoce hasta el teléfono.
En la otra punta del campo, Shevchenko, muy móvil y escurridizo para bajar a apoyar y romper a la vuelta la espalda de sus defensas, se sintió a gusto frente al entramado zonal de España. Y, a su izquierda, Voronin, también el futbolista respecto al que Sáez había alertado en la víspera. Y nadie le creyó. Probablemente, ni sus jugadores ni él mismo, pero el caso es que el joven extremo que milita en la Segunda División del fútbol alemán, fue el autor de media docena de maniobras venenosas y, claro, del primer gol. Aunque en el reparto de responsabilidades de ese primer tanto habría que señalar más bien a la otra acera, a la española.
Fue una jugada repleta de despropósitos. Primero, en cómo se comieron los centrales un centro bombeado sobre sus espaldas. Y, luego, tras el pase poco ortodoxo de Shevchenko -tirando el balón contra el suelo para que saliera picado-, en el lío mayúsculo que se formaron Casillas y Salgado, los culpables indiscutibles. Del vas tú; no, tú, y al final no va nadie se benefició el dichoso Voronin para dar el golpe.
Con el marcador de su parte, Ucrania recibió el plus necesario de entusiasmo para igualarse a España. Ante la cercanía de lo que para ellos podía ser un día histórico, los de casa ganaron la batalla anímica, la de la actitud. Ucrania actuó con más fervor, pero sin más principio defensivo que dejarse la vida por recuperar la pelota; sin más armas que el músculo, el entusiasmo y la voluntad; sin ningún orden colectivo ni sentido táctico. Y, así, con semejante munición, complicó la tarde a España, le amenazó con endosarle la primera derrota en una fase de clasificación desde hace casi cinco años.
Su propuesta, eso sí, le condenaba a depender de su aguante físico. Porque su caos táctico le deparaba lo mismo tres o cuatro sprints consecutivos detrás de alguna pelota, un aluvión de carreras. Y le ponía en riesgo verdadero de acabar con la lengua fuera con demasiada antelación. No fue extraño que el partido se le cayera del bolsillo justo en el tramo final, cuando el oxígeno escaseaba.
Mientras a Ucrania le duró el esfuerzo, España fue sumergiéndose en su propia incapacidad. En el primer tiempo, sobre todo, en el que su actuación fue calamitosa. Guti, esposado por Horshkov, estuvo desaparecido en los decisivos metros de entre líneas. Dejó un tiro lejano y un desmarque excelente que ensució un mal control cuando el pase de Baraja le había dejado solo frente al portero. Volcado el juego por el costado de Vicente, tampoco estuvo Etxeberria en ese primer periodo. Sólo tras el descanso se sumó a los intentos y fue entonces Vicente el que se apagó.
Con el campo en mal estado y Guti quién sabe dónde, a España le dolió sobre todo el poco fútbol que fabricó su pareja de centrocampistas creativos. Albelda, vital para frenar la velocidad de los ucranios a la contra, sobraba al elaborar. Y por eso, superada la hora de juego, Sáez intentó dotar al equipo del gusto por el balón que antes le faltaba. Salieron Xavi y Valerón y España ganó en inteligencia y dominio.
Y a su fútbol, desprovisto antes de toque, muy ceñido a vanos y excesivos intentos de uno contra uno, se le encendió de pronto la luz. Ayudó que a Ucrania se le agotaron las pilas. La mezcla de ambas cosas hizo que en el tramo final, en los últimos diez minutos, todo saltara por los aires: Valerón conectó con todos, Raúl se escapó al fin de Fedorov para dar la vuelta al resultado y Ucrania, por los pelos, rescató al menos un punto.
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