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Columna
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Fuego amigo, ministro

El ministro Zaplana ya admite que la guerra, como el tabaco, puede perjudicar la salud y los votos del PP. Hace poco, los candidatos autonómicos y municipales del partido en el poder decidieron esperar a que las fuerzas estadounidenses se dieran un paseo militar por Irak y despejaran cualquier incertidumbre, antes de reanudar sus actividades preelectorales. Pero los abucheos de las gentes, que se manifiestan contra la barbarie, no cesan y los sacan de quicio, mientras las operaciones militares de las fuerzas angloamericanas, aliadas de los populares, se están prorrogando más de lo previsto. ¿Qué hacer? El calendario se deshoja y el pistoletazo de salida los va a pillar algo más alejados de la comunión de los fieles, por su contumacia guerrera.

Con el propósito de paliar tanta insensatez, el ministro Zaplana ha querido articular no se sabe bien qué proposición, pero se ha quedado a medias: Tenemos los pies en el suelo, ha sentenciado. Sin embargo, debería agregar: Tenemos también las manos en la privatización de RTVV, que produce beneficios; la cabeza entre los B-52, que además de repostar, nos hacen la raya en el pelo; y muchas dudas acerca del futuro que nos espera, entre la extrema derecha de Bush y la rancia derecha patria. El ministro Zaplana muestra síntomas de zozobra y temor. Y con razón. La guerra ilegal que han alentado, los está salpicando sin contemplaciones. La absurda escena de diputados populares aplaudiéndose, por lo que iba a traducirse en una matanza de inocentes, es una página vergonzante de la historia reciente, y una factura que han de apoquinar, ya se verá cómo.

Desde su anuncio triunfalista de que la guerra con Irak no influiría para nada en los asuntos autonómicos, como si nuestra Comunidad no fuera de este mundo, hasta el reciente reconocimiento de posibles averías en el aparato de su partido, ¿cuántos muertos han sido necesarios? ¿Y cuántos más, para que pase del reconocimiento implícito de la culpa del PP, a la acusación de que el PSOE pretende "linchar" a los rancios conservadores? Pero que no se engañe el ministro ni aún pretenda engañar a una nueva conciencia y opinión públicas que participan y ocupan grandes espacios sociales y políticos: al PP no lo va a "linchar" nadie, simplemente porque el PP o se suicidó en las Azores, cuando desoyendo y despreciando al 90% de la ciudadanía, se lanzó de cabeza al aventurerismo, o el llamado fuego amigo lo ha pulverizado.

Por supuesto, el ministro Zaplana se limita a hacer lo que siempre ha hecho: echar balones fuera, envenenar el marco de convivencia en la sociedad valenciana, cargar todos los errores y desaciertos propios a cuenta de la oposición, hablar de su gestión exitosa, que ha dejado postrada a nuestra Comunidad, y obedecer fielmente el cerril vademécum de las consignas. Por último, con Camps a su derecha, y Olivas a su izquierda, ha visitado al Santo Padre, tal vez para implorar clemencia. Pero el Santo Padre, que no es nada sospechoso de oportunista ni de izquierdista, está hasta el solideo pontificio de tanto cinismo. El cardenal Rouco manifestó que el Papa podría excomulgar a Aznar por su apoyo a una guerra injusta. Y con Aznar, a sus ministros. ¿Se imaginan a Zaplana con la excomunión de participante? Pues también podría.

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