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El renovado teatro María Guerrero gana en esplendor y tecnología

El histórico escenario madrileño se reabrirá en mayo, con una obra de Buero Vallejo

Desde que el teatro María Guerrero fuera construido, en 1885, nunca se había sometido a una revisión integral y a una obra de restauración como la que se ha llevado a cabo en los últimos tres años, con un presupuesto de 8,5 millones de euros. La inauguración, prevista para el próximo mayo, se hará con Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, mientras que la temporada 2003/2004, en la que se celebran las bodas de plata del Centro Dramático Nacional, se abrirá con la obra póstuma de Adolfo Marsillach, Noche de reyes sin Shakespeare, con dirección de Mercedes Lezcano.

El María Guerrero también contará, a partir de junio, con una nueva sala que se inaugurará con la participación de grandes actores de la escena española. Con capacidad para cien personas y ubicada en la antigua cafetería, ofrecerá espectáculos de pequeño formato de teatro infantil, así como óperas de cámara y conciertos.

Este teatro, sede del Centro Dramático Nacional (CDN) desde que lo fundara Adolfo Marsillach en 1978, y antes, a lo largo del siglo XX, teatro nacional, ha sufrido obras en varias ocasiones, pero ésta, en palabras del director del CDN, Juan Carlos Pérez de la Fuente, le ha convertido "en uno de los teatros más hermosos de Europa y del mundo", algo que corroboraron, durante el acto de presentación del renovado teatro, tanto Luis Alberto de Cuenca, secretario de Estado para Cultura, como Andrés Amorós, director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música y Florentino Gómez, arquitecto autor del proyecto.

El balance es de tres años de sobresaltos y sorpresas surgidas desde que en junio de 2000 el teatro se cerró. En principio fue para someterse a una serie de obras de mejora del equipamiento escénico y de adecuación a la normativa de protección civil, lo que desconcertó a su director, Juan Carlos Pérez de la Fuente, que ya había sufrido el revés de quedarse sin el Teatro Olimpia (también perteneciente al CDN), que fue demolido para hacer otro de planta nueva con dos salas.

Esto obligó a Pérez de la Fuente a replantearse su programación y buscar otras salas donde presentar los montajes del CDN. Cinco meses después, se detectó la presencia de termitas (xilófagos), por lo que se procedió al apuntalamiento de parte del edificio.

Pero hasta abril de 2001 no se supo cuál era el estado real del inmueble. En ese trabajo de inspección se tuvieron que demoler 2000 metros cuadrados de falsos techos y descubrir 1.200 metros lineales de vigas de madera. Durante la ejecución de estas tareas se observaron, ya sin ninguna relación con las termitas, diversas anomalías internas en la estructura, que existían desde el origen del edificio y que se habían agravado con el paso del tiempo. Esto obligó a consolidar el edificio, lo que se llevó a cabo de diciembre de 2001 a mayo de 2002. A partir de ese momento y hasta hoy se ejecuta la fase de sustitución de todas las instalaciones, redistribución y acondicionamiento de todas las dependencias.

Ello ha supuesto también recuperar no sólo elementos arquitectónicos originales que permanecían ocultos, como la sala donde ensayaba y "descansaba" doña María Guerrero, sino también espacios perdidos o utilizados por instalaciones anticuadas. En el nuevo vestíbulo del teatro, situado en el cocherón (donde antiguamente llegaban los coches de caballos) se instalarán dos murales, que el Ministerio de Cultura ha encargado a Francisco Nieva. La sala principal se ha limpiado y restaurado, hasta el punto de que la decoración policromada cuenta con pan de oro de 22 kilates.

Durante ese tiempo, Pérez de la Fuente ha tratado de demostrar que el CDN es un organismo vivo que no depende de una sala. Lo cierto es que en diferentes teatros de Madrid y otras ciudades españolas se ha ido estrenando la última temporada del CDN, de la que forman parte Frida Khalo, de Robert Lepage; Carta de amor, de Arrabal; La misma historia, de Pedro Víllora; Manuscrito encontrado en Zaragoza, de Francisco Nieva; Don Juan Tenorio, de Zorrilla y Los viejos no deben enamorarse, de Castelao.

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