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Reportaje:

McCartney inunda París de nostalgia

La gira del ex 'beatle' recalará en Barcelona el viernes y el sábado

Jovial, simpático y ataviado como un chaval con camiseta y tejanos; así apareció ante el público parisiense Paul McCartney, quien el martes por la noche inició en el Omnisports Bercy, de París, el tramo europeo de su gira Back in the world, que recalará en España con dos conciertos en el Palau Sant Jordi, de Barcelona, el viernes y el sábado (el ex beatle ya está en la ciudad catalana, adonde se desplazó la misma noche del concierto parisiense). En un recinto completamente lleno, el ex beatle se reivindicó simultáneamente como heredero y albacea testamentario del grupo de Liverpool, y en un maratoniano concierto satisfizo el cupo de nostalgia que suele acumularse a partir de cierta edad. La herramienta utilizada por un McCartney en plena forma fue una colección de clásicos que se convirtieron en la columna vertebral de un repertorio poco menos que infalible.

El público comenzó a cantar 'Give peace a chance'. McCartney no sumó su voz ni hizo comentarios
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Desaparecidos John Lennon y George Harrison, y teniendo al testimonial Ringo en el rincón de los chicos simpáticos con un pasado dorado y un presente tan saneado como anónimo, Paul apareció en el escenario dispuesto a reivindicar un legado que en buena medida le pertenece a él. No contento con ello, Paul estructuró el repertorio de manera que mezcló temas de sus tres épocas -Beatles, Wings y carrera en solitario- en un intento de situar todos sus logros musicales en un mismo plano. A tenor de la reacción del público parisiense, personas de mediana edad que gracias a Paul se reencontraron con sus recuerdos, puede decirse que lo logró.

El aperitivo del espectáculo tuvo un marcado tono circense gracias a las coreografías de una compañía de actores. Despachado el tentempié, la pantalla central ofreció la imagen del archifamoso bajo de Paul y él apareció tras la misma en medio de un notable griterío. Así se inició el plato principal, un concierto de más de dos horas y media de duración compuesto por 31 piezas que dieron paso a dos tandas de bises con otras tres y dos canciones, respectivamente. En conjunto, 36 piezas interpretadas con solvencia gracias al apoyo de una buena banda y de un montaje escénico dominado por dos parrillas de pantallas en las que se alternaron motivos cromáticos, imágenes del escenario e instantáneas y grabaciones de época que recordaron los tiempos en los que Paul era un melenudo. Se abrió el recital con Hello goodbye, para cerrarse con Sgt. Peppers, dos temas de Lennon y McCartney entre los que sonaron casi todos los clásicos que el público podía esperar.

Primera parte eléctrica con piezas como Jet, All my loving, un Getting better que nunca había sonado en directo en Europa, o Let me roll it. Paul, marido modélico, dedicó Your loving flame a su actual esposa, presente en el local junto a Sting, y así comenzó un tramo acústico, quizá lo más irregular del concierto al reducir a mínimos los arreglos de temas como We can't work it out o Carry that way. Blackbird luego reflotaría este tramo del recital, al convertirse en una de las piezas más aplaudidas por el público.

Fue aquí donde el guión se salió del carril por única ocasión en la noche. El público, quizá ya cansado de esperar alguna mención al conflicto de Irak, decidió tomar la iniciativa. Tras interpretar Paul Here today en recuerdo a Lennon, la audiencia comenzó a cantar Give peace a chance. McCartney, sin duda sorprendido, se limitó a dirigir la interpretación del público sin sumar su voz y sin añadir comentario alguno. Apagado el espontáneo arranque pacifista del personal, Paul siguió con el guión e interpretó con ukelele la única pieza del recital no compuesta por él, el Something que sirvió para homenajear a George Harrison, su compositor.

A partir de ese instante se desató la pasión del respetable al embocarse la sección destinada a Beatles y Wings. Del Michelle al Yesterday, pasando por Back in the URSS, Let 'Em in, She's leaving home, Can't buy my love, Love and let day, Let it be, Hey Jude, The long and winding road y Lady Madonna, reafirmaron su condición de clásicos reinterpretados con respeto al recuerdo que se tiene de estas piezas.

Paul McCartney saluda al público durante su concierto en París.
Paul McCartney saluda al público durante su concierto en París.REUTERS

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