¿Estudiantes en Las Tres Mil?
He de reconocer, en primer lugar, que me quedé muy sorprendido al leer una noticia en la que quedaba explícita la intención de la Universidad Pablo de Olavide de proyectar la construcción de una residencia para estudiantes y profesores a unos 50 metros del tristemente conocido barrio de Las Tres Mil Viviendas, cuyo sello de identidad está marcado por el abandono y progresiva degradación, circunstancias sin solución de continuidad.
Pero el caso es que este proyecto viene a significar un intento de que esta zona marginal se integre en Sevilla de una vez por todas, y es que no debemos olvidar que los barrios que componen el Polígono Sur también son Sevilla, tal y como reza una plataforma creada al respecto.
Sin duda, un gesto admirable que todos debemos alabar, aunque rápidamente podemos sentirnos presos de la duda y la incertidumbre, y es que a nadie se le puede escapar que la presencia de estudiantes y profesores universitarios en un entorno tan degradado y que cuenta con uno de los mayores índices de criminalidad puede significar un choque frontal con una realidad que estas personas, salvo que ya de antemano sean trabajadores sociales o realicen actividades en asociaciones destinadas a promover el desarrollo en estos barrios, no están preparadas para afrontar con plenas garantías de éxito, ni es seguro aún que el proyecto pueda llegar a buen puerto. Repito, es un proyecto admirable y muy a tener en cuenta, pero he aquí que debemos analizar un problema de fondo, que no es otro que la ineptitud y desidia del Ayuntamiento y las diferentes Administraciones públicas a la hora de actuar en consecuencia para establecer mejoras en estos barrios, los cuales se encuentran abandonados a su suerte, la inversión en mejora de viviendas, empleo, construcción de centros cívicos, escolarización, etcétera, ha sido nula.
Es decir, nos encontramos con un núcleo de población del que nadie quiere saber absolutamente nada, nadie se atreve a entrar allí y hablar cara a cara con los vecinos, escuchar sus problemas. No existe presencia policial, lo que ha convertido Las Tres Mil en una particular ciudad sin ley.
Cabe señalar también que los ciudadanos, en general, tenemos gran parte de culpa de lo que allí ocurre, puesto que demostramos una capacidad infinita para sensibilizarnos con todo lo que acontece en el barrio en el que vivimos, nos echamos a la calle para parar una guerra injustificada, aportamos nuestro donativo para ayudar a paliar los efectos de catástrofes naturales en países subdesarrollados, etcétera, pero nunca hacemos absolutamente nada, nunca reclamamos ni aportamos dinero para solucionar los problemas de degradación y marginalidad en unos barrios que, nos agrade o no reconocerlo, forman parte de Sevilla y merecen vivir en igualdad de oportunidades.
De ahí que el hecho de que se quiera construir una residencia de estudiantes al lado de Las Tres Mil Viviendas debe significar un compromiso en el que todos los estamentos de la ciudad se impliquen para que nunca más tengamos que hablar de barrios degradados y dejados de la mano de Dios, un proyecto de futuro real y sincero, no una promesa electoral que, como tantas, se quedan en el camino ante la indiferencia de todos. En definitiva, ha llegado la hora de ser consecuentes y trabajar en conjunto para hacer de Sevilla una ciudad más desarrollada y vertebrada.
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