Aquellos reporteros
El Museo de Bellas Artes bilbaíno está exponiendo una exhaustiva muestra sobre Bilbao en las revistas ilustradas. 1843-1900. El trabajo lleva la firma de Javier Viar (Bilbao, 1946), actual director de la pinacoteca, y se recoge en un voluminoso catalogo patrocinado por la BBK. Tanto de la exposición como del libro pueden extraerse numerosas enseñanzas. Una de ellas es el descubrimiento de los primeros reporteros gráficos y su manera de trabajar. Durante el periodo tratado ya se conocía el proceso fotográfico. Recordemos que fue en 1839 cuando se hizo público en la Academia de las Ciencias de París. No obstante, se desconocía el fotograbado, por lo que las imágenes destinadas a los procesos de imprenta eran mayormente xilografías y, en algunos casos, litografías.
Estos años del siglo XIX fascinaron por su pasión romántica y la aparición de revistas ilustradas al amparo de unas mejoras técnicas. De esta forma, toda publicación afín a las nuevas tendencias veía imprescindible contar entre sus colaboradores con algún redactor gráfico. Así, recurren en primer lugar a dibujantes y luego a fotógrafos que por su arte y oficio aportan lo que pueden considerarse primeras imágenes de actualidad.
Los escenarios que se reproducen son de lo más variopinto. En el caso de ese extenso Bilbao, al que Viar suma el valle de Somorrostro, arranca por alguna vista de San Antón y su puente, el mercado viejo, aspectos de inundaciones e incluso algunos desfiles y cabalgatas con motivo de las fiestas locales. Las guerras carlistas ocuparon también un espacio considerable en las revistas de la época. El sitio y bombardeo de Bilbao, momentos de las batallas de Luchana, Somorrostro o Galdames son motivos de los que se extraen numerosos detalles que, ante la ausencia de revistas gráficas locales, van a parar a las páginas de El Cañón Krupp, La Ilustración española y americana, L'Univers Illustré o al The Graphic.
Otros aspectos que se cubrieron fueron los referentes a la industrialización, donde proliferan astilleros, fundiciones, caldererías y talleres de modelado. De la misma forma se hizo seguimiento de las visitas reales, como de los trabajos de construcción del puente Palacio entre Portugalete y Las Arenas.
De esta manera nacieron los primeros cronistas gráficos. Sus imágenes estaban marcadas por la imaginación del dibujante o el edulcoramiento que sobre la cruda fotografía añadía el tallista xilográfico. Matices subjetivos que perduraron con el fotograbado o con la cibernética actual.
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