Reinaugurar el AVE

Le han propuesto para una tarea realmente difícil: reinaugurar con éxito la línea de alta velocidad Madrid-Lleida-Barcelona, tras el fiasco de los primeros viajes promocionales de finales de febrero que pusieron de manifiesto las graves carencias de esta obra emblemática. El ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, ha encomendado a Ramón Escribano Méndez la presidencia del Gestor de Infraestructura Ferroviarias (GIF), tras cobrarse la cabeza de su antecesor, Juan Carlos Barrón.

Como responsable de la publicidad de Renfe, suya fue la campaña ¿Cuánto hace que no subes al tren?, que ahora deberá reinventar para averiguar ¿Cuándo podrás subir al AVE? Juega a su favor la experiencia en Renfe, donde se ha pasado más de 30 de sus 56 años, desde que ingresara en 1974 como jefe de urbanismo, y hasta su última etapa como director general de infraestructuras y adjunto a presidencia.

Ingeniero de caminos, canales y puertos, presume de escuchar siempre a los técnicos y provocar "tormentas de ideas" con los miembros de su equipo. Por el momento, intenta sobrellevar la tormenta informativa que ha caído sobre el AVE, gracias a su afición a los medios de comunicación, pues no en vano durante su última etapa en Renfe de él dependía, entre otras, la Dirección de Comunicación Corporativa y Relaciones Externas. Por el momento, y para explicar el parón del AVE, Escribano se defiende de las críticas precisando que "es necesario deslindar responsabilidades, comenzando por las técnicas, para no seguir descargándolas sobre las políticas", en relación a las empresas adjudicatarias.

Aficionado a la lectura de filosofía árabe y oriental, la novela histórica y el cine negro, procura dedicar su tiempo libre a a la familia y a largos paseos con su perro (sus preferidos son por las vacías playas de Alicante en invierno). Menos tranquila se presenta su tarea. Debe coordinar el equipo conjunto entre Renfe y el GIF para diseñar un nuevo calendario creíble que permita la puesta en marcha comercial del tramo Madrid-Lleida, asegurándose de que desaparecen los socavones de la vía y de que, por fin, la señalización sea una realidad. Pero cuando cumpla con ese objetivo, le quedará reactivar las obras del tramo Lleida-Barcelona, el más complicado políticamente hablando, y asegurarse de que los nuevos trenes contratados por Renfe para la línea (Siemens y Talgo) no sólo corren a 350 kilómetros por hora, sino que llegan a tiempo.