La antología 'Llengües mortes' reúne los cuentos de Carme Riera
La escritora recrea en sus narraciones el mallorquín que se está perdiendo en la isla
Llengües mortes se titula, significativamente, la antología de cuentos de Carme Riera que acaba de publicar Destino. Aunque la selección y el prólogo corren a cargo del filólogo Carles Cortés, la escritora mallorquina escogió el título de esta narración de 2001 para unificar el volumen. "Es la última narración que he escrito hasta ahora y en ella intento, de una manera exagerada, hablar del futuro de las lenguas minoritarias", indicó. Un futuro que no es precisamente de color de rosa: "Si tú vas a Palma encontrarás muchos carteles escritos solamente en alemán", afirma.
Y es que además de la evolución temática de los cuentos de la escritora -publicados en su mayoría en las compilaciones Te deix, amor, la mar com a penyora (1975); Jo pos per testimoni les gavines (1977); Epitelis tendríssims (1981), y Contra l'amor en companyia i altres relats (1991)-, el presente volumen permite seguir con precisión su trabajo de recreación del mallorquín.
"El escritor tiene que ser el notario de la lengua", explica. "En estos cuentos hay muchas protagonistas mujeres que hablan en primera persona, que tienen una identidad mediante la lengua. Supongo que tenía la intención de recuperar esta lengua mallorquina que se está perdiendo, pero que es una lengua viva y rica y que es la lengua de mi infancia. No es la lengua que se habla ahora, que es más homogénea y plana. Hay mucha gente que piensa que la lengua sólo tiene que ser funcional y que tiene que servir para contar una historia. Yo pienso que no, que la literatura es creación lingüística, y me interesaba evidenciarlo".
Es algo que la hermana con otros escritores, como Jesús Moncada y Maria Barbal, que en sus libros han reproducido el catalán de la franja oriental de Aragón Ebro y del Pallars, respectivamente: "Supongo que parten de las mismas premisas que yo. Ellos dos son de mi generación y fueron educados en el mismo sentido: en que la literatura es sobre todo testimonio, memoria viva. Y después enriquecer: decir literariamente, de una manera personal, las cosas. Crear estilo, una cosa que ahora está tan poco de moda".
Casi 30 años separan a la Carme Riera de ahora de la que publicó su primer libro de relatos. ¿Se reconoce?: "De la misma manera en que me puedo reconocer en una foto de hace 28 años. Es una sensación de distancia. Los veo un poco ajenos". Desde el tono sentimental y lírico de Te deix, amor, la mar com a penyora, los cuentos van adquiriendo un tono más irónico: "Con los años ganas ironía. Y la ironía es distancia, que hace que te emociones menos. Que intentes emocionar al lector, pero que tú te mantengas más frío".
Del mismo modo, las mujeres que retrata pasan de tener un papel de víctimas a afirmar con más contundencia su personalidad. Y los presupuestos feministas de alguna de sus narraciones, así como de su primera novela, Una primavera per a Domenico Guarini, también se han ido matizando con el tiempo: "Entonces yo veía claramente que era necesario luchar por el feminismo, incluso desde la literatura. Después vi que no era necesario, que era más interesante llevar las reivindicaciones de las mujeres a la calle o vehicularlas a través de artículos".
A partir de entonces, la "recuperación de la memoria histórica", como define su trabajo en novelas como Dins el darrer blau y Cap al cel obert. Y que continuará, aunque no se trata exactamente de una novela histórica, con su próximo libro. De éste, cuya escritura está bastante avanzada, explica que estará ubicado en Barcelona en tiempos actuales y en los años cuarenta: "Es una novela en el sentido amplio del término, pero sobre todo es un reportaje, una investigación sobre determinados aspectos de la posguerra".
A Llengües mortes se le unen estos días en las librerías dos relatos infantiles de la misma autora, El perro mágico y El maravilloso viaje de María al país de los tulipanes, publicados por Destino en catalán y castellano.
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