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Catorce personas, acusadas de desvalijar cientos de cabinas

Telefónica calcula 1,8 millones de pérdidas

La policía ha desmantelado a una de las bandas organizadas que más robos ha perpetrado en cabinas de Madrid y otras ciudades españolas. Los agentes han detenido a 14 miembros de esta banda, de origen rumano y moldavo, según fuentes judiciales. Telefónica acudió el año pasado a los jueces para exigir la protección de las cabinas públicas, tras cifrar en 14 millones de euros el total de pérdidas sufridas en España debido a ésta y otras bandas.

Telefónica denunció que en sólo nueve meses de 2002 -entre enero y septiembre- las 60.000 cabinas que posee esta compañía en toda España habían sufrido unos 65.000 asaltos. Hay cabinas cuya recaudación ha sido sustraída hasta 10 veces, sin contar los daños que los asaltantes provocan a este mobiliario en su afán por llevarse el dinero.

La ciudad española más castigada el pasado año por este tipo de asaltos fue la capital madrileña, base de operaciones y lugar de residencia de la mayoría de los miembros de la banda desarticulada. La compañía Telefónica cifra las pérdidas en Madrid y su Comunidad por robos y daños en cabinas públicas en casi 1,8 millones de euros.

Según fuentes de la investigación, la banda ha sido desmantelada en distintas fases y era una de las más activas que actuaban en España, y particularmente en Madrid. Entre los detenidos por la policía se hallan los ciudadanos rumanos Adrian C. Ch, de 20 años; Gheorghe C., de 23 años; Gheorghe A., de igual edad que el anterior; Dornut N., de 30; Albert Christhian P., de 23, y Dan Florín D., de 25. Todos ellos han negado su intervención en los robos, aunque la policía ha efectuado registros en sus casas y no tiene duda de la intervención de éstos en cientos de asaltos a cabinas. Contra ocho de los 14 detenidos, el Ministerio de Interior ha iniciado un expediente de expulsión de España porque se hallaban en situación ilegal o habían caducados sus permisos de estancia en España. Los agentes también han descubierto documentación falsa a algunos de los miembros de la banda.

Según las pesquisas judiciales, la banda desmantelada estaba plenamente organizada y atacaba las cabinas a través de sus células, compuesta cada una por entre tres y cinco de sus miembros. Estaban perfectamente organizados, con una cúpula que diseñaba las operaciones y unos peones que ejecutaban los planes. Hay recibos en los que consta la entrega por parte de los peones a sus jefes de las grandes cantidades de dinero sustraído en las arcas de las cabinas. Las células elegían una ciudad, controlaban las cabinas más usadas por los usuarios durante varios días y, luego, el último día, las desvalijaban una tras otra y regresaban a la base, en Madrid.

Según fuentes de la investigación, cada miembro de la célula tenía un cometido. Mientras uno o dos de ellos vigilaban el exterior de la cabina, los otros se introducían dentro y encubrían sus fechorías colocando una especie de cortina o cartones en los cristales para no ser vistos desde fuera. Los miembros de las células se comunicaban a través de teléfonos móviles. Si veían a alguien acercarse a la cabina, los de fuera telefoneaban a los de dentro.

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Lugares transitados

Elegían cabinas ubicadas en lugares muy transitados e introducían una moneda para calcular la cantidad de dinero que había en la hucha de la cabina mediante el sonido que hacía al caer la moneda. Uno de los asaltantes llevaba una especie de mochila para guardar las monedas robadas de las arcas o huchas de la cabina. Luego acudían a entidades bancarias y cambiaban las monedas por billetes.

¿Cómo abrían el arca donde está el dinero? El método consiste en perforar con una taladradora portátil la parte superior derecha del terminal telefónico.Con la taladradora hacen un agujero e introducen una especie de alambre por el mismo, que les permite desactivar la alarma. Hecho esto, utilizan una llave falsa de elaboración casera, similar a la que emplean los operarios de Telefónica, y abren el arcón que guarda la recaudación.

Sustraída la recaudación, los ladrones tapaban el orificio con pegamento o plastilina de un color similar al del arca para disimular los daños. Con ello, también conseguían que la alarma del telefóno quedase bloqueada y no emitiese ninguna señal de alarma a la central de Telefónica.

Cuando Telefónica pidió ayuda el año pasado a jueces y policías, harta de sufrir robos en sus cabinas, la compañía aseguró que, si proseguían los asaltos, ello podía "afectar a corto plazo al normal desarrollo de la telefonía pública de pago".

Telefónica adujo que las cabinas constituyen un servicio público que por ley está obligada a prestar, y que los asaltos estaban encareciendo la prestación de ese servicio hasta el extremo de que el mismo podía resultar totalmente inviable si la policía no ponía medios.

El objetivo de Telefónica era que la policía incrementase la vigilancia en torno a las cabinas. La banda desarticulada por la policía era de las más activas, aunque aún queda bastante trabajo por hacer, indican fuentes jurídicas.

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