Los sindicatos se plantean convocar una huelga general contra la guerra

Los sindicatos consideran que el ataque contra Irak es un "golpe de Estado" a la legalidad internacional. Por eso ayer sus máximos dirigentes aseguraron que se plantean convocar una huelga general como protesta, aunque no llegaron a expresar ese término por un problema jurídico. Los sindicatos españoles serían así los únicos en Europa que llegan a este extremo, algo que justifican con la "particular gravedad" de la posición del Gobierno español.

Como sucedió en la anterior convocatoria, en junio de 2002, los sindicatos se niegan a utilizar en público el término huelga general. Pero, aunque utilizaran eufemismos, ayer lo dejaron muy claro. Cándido Méndez (UGT) y José María Fidalgo (CC OO) comparecieron para anunciar una primera protesta sindical, el miércoles a las 12.00, que consistirá en un nuevo paro de 15 minutos. Será una jornada de rechazo a la guerra en los 34 países incluidos en la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

Los dos secretarios generales tenían un segundo objetivo más importante: anunciar la convocatoria "urgente y con extrema gravedad" de sus máximos órganos de dirección para tomar "decisiones de mayor trascendencia política y jurídica". Esto es, la huelga. Los cálculos que hacían algunos sindicalistas situaban esa reunión alrededor del jueves. Así las direcciones de las centrales habrán podido comprobar el seguimiento del paro de 15 minutos del miércoles, y pulsar de esa manera los deseos de protesta que tienen los trabajadores.

Los otros sindicatos europeos han descartado la huelga general. Sin embargo, los españoles consideran que la posición del Ejecutivo que dirige José María Aznar, su "singularidad" al estar presente en la cumbre de Azores junto a George Bush y Tony Blair, protagonistas del conflicto, "reviste una especial gravedad", en palabras de Cándido Méndez. Y eso podría justificar esa medida tan extraordinaria. Eso es lo que valorarán las direcciones, que se reunirán a la misma hora para tomar una decisión sobre una protesta "unitaria, masiva y laboral".

El problema, además de esa soledad frente a otras centrales europeas, es una cuestión de plazos. El sistema español, uno de los más garantistas de Europa, según los sindicatos, establece que, después de convocarla las máximas direcciones, debe anunciarse con un mínimo de 12 días. Por eso, si finalmente se produce el paro general, no será de forma inmediata. Algunos sindicalistas creen que tal vez los italianos, muy enfrentados al Gobierno de Silvio Berlusconi, que también apoya la guerra aunque de manera más distante, también promuevan una huelga general.

Los sindicatos también apoyan, y así lo explicaron, todas las manifestaciones y concentraciones de protesta que se están convocando aceleradamente en toda España. De hecho, los dos secretarios generales están acudiendo a muchas de ellas y tienen previsto seguir haciéndolo.

Al margen de cuál sea la decisión definitiva, tanto Fidalgo como Méndez utilizaron palabras muy duras para referirse al conflicto y especialmente a la actitud de Aznar. Una de las consecuencias de este "golpe de Estado" a la legalidad internacional, explicó Méndez, es que se cuestionará el modelo social de la nueva Europa. Porque el conflicto, dijo, lo convoca un euroescéptico como Blair, que quiere debilitar la estructura política de la UE, y un ultraliberal, como Aznar, que quiere poner en cuestión el modelo de la Europa social que precisamente se está discutiendo en estos días en la Convención Europea. "Aznar está utilizando de manera obscena" la guerra en beneficio de sus intereses políticos, explicó el secretario general de UGT. "Y además ha mentido permanentemente. Pero ya que no hemos podido parar la guerra, al menos presionaremos para que no se repita nunca más".

Fidalgo también ofreció la traducción social del conflicto. "Es gravísimo que cualquiera infrinja el orden internacional justo. Pero lo peor es que lo haga el más poderoso", explicó en referencia a Estados Unidos. Además, en cuanto a la política española, aseguró que el presidente "ha quebrado los valores tradicionales de la diplomacia española" al apoyar a Bush.