_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irresolubles e incomprensibles

Juan Ignacio Crespo

Decía sir Alex Douglas-Home que él tenía dos tipos diferentes de problemas, los políticos y los económicos. Los primeros le parecían irresolubles y los segundos incomprensibles. La guerra en Irak está sacando a la luz una mezcla inextricable de ambos. Hasta tal punto que, en algunos análisis, la situación se presenta (quizá de manera infundada) como mucho más complicada que la de 1991: la comparación con la primera guerra del Golfo es inevitable pues, a pesar de sus características propias, es asombroso lo parecido de la reacción de los mercados en las dos ocasiones.

La subida de las bolsas comienza, en ambos casos, tras constatarse el fracaso definitivo de la vía diplomática (recuérdese que, en 1991, EE UU no expulsó al embajador iraquí hasta la misma víspera del inicio del ataque contra las fuerzas de Sadam Husein); la cotización del dólar, tras estar en declive desde 1985, inició entonces una fuerte recuperación que, a lo largo de los ocho meses siguientes, llegó a acumular un 22% (en esta ocasión ya roza el 5%); y los precios respectivos del oro y del petróleo se han reducido ahora drásticamente, igual que lo hicieron entonces tras la fuerte subida que siguió a la invasión de Kuwait.

Las dificultades de tipo diplomático a las que hizo frente el primer George Bush no le iban a la zaga a las que, con tan poco éxito, ha tenido que bandear el actual presidente de EE UU: aún existía la Unión Soviética, y algunos de sus más poderosos generales amenazaban a los EE UU con no tolerar su intervención en Irak; el Ejército iraquí era mucho más potente, y la determinación de tener una posición propia en el conflicto llevó al presidente francés François Mitterrand a viajar a Bagdad. Y, quien crea que en el terreno económico las cosas eran mucho más favorables, es porque se ha olvidado de que los EE UU estaban oficialmente en recesión, la que duró los nueve meses que van de julio de 1990 a abril de 1991 y cuyo final no pudo certificarse hasta año y medio más tarde. Fue ese mismo año y medio de recuperación lenta y difusa lo que le hizo perder las elecciones presidenciales al primer George Bush en noviembre de 1992 (recuérdese el lema: "Es la economía, ¡estúpido!").

Al igual que entonces, lo más probable es que la situación de estancamiento que vive en estos momentos la economía norteamericana se prolongue durante uno o dos años más, con o sin una nueva recesión de por medio. Los graves problemas de déficit fiscal que tiene ahora la economía de los EE UU coinciden con los que tenía en 1991 y sólo en un terreno la situación es ahora mucho peor que la de entonces: el del déficit comercial, lo que hará que el dólar, tras una fase de recuperada fortaleza, vuelva a caer frente al euro y el yen (en 1991 la mayor parte de esta corrección la tenían ya hecha los EE UU). Las bolsas, por su parte, reflejarán, probablemente, todo esto en un movimiento lateral con grandes oscilaciones.

La comprensión de los problemas suele ir acompañada de un proceso de reducción de lo desconocido a lo conocido. Las sorpresas vienen siempre de la mano de los elementos nuevos. Y aquí esos elementos, fundamentalmente geoestratégicos, serán los que quizá vayan a condicionar el que los problemas aparezcan de nuevo bajo su viejo aspecto: irresolubles e incomprensibles.

Juan Ignacio Crespo es director de Análisis de Lipper.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_