"Al principio me sentí desubicado y muy solo"
Fabricio Coloccini (Córdoba, 1982) se ha recortado la melena. Ha domesticado los leoninos rizos anaranjados recortándolos y pegándolos con gomina al cráneo y, poco a poco, ha ido comprendiendo su tarea en el centro de la defensa del Atlético. Rebelde y autocrítico, a principio de temporada demandó minutos a su técnico, Luis Aragonés, aunque reconocía que no estaba aún integrado y que le costaba interpretar el juego que planteaba el entrenador. Ahora, tras seis partidos de titular consecutivos, un creciente interés por su figura en la selección argentina y un aumento de su peso específico en el equipo, no rehúye recordar su costosa adaptación.
Pregunta. A principios de temporada parecía muy despistado, incluso en pretemporada dio la impresión de que se sentía completamente perdido
Respuesta. Sí, eso es cierto, pero creo que es algo que le pasa a todo el mundo. Mire por ejemplo a Aimar o a Riquelme. Todo el mundo necesita un año para adaptarse a esta Liga, y aunque yo ya la conocía, no es lo mismo jugar en el Alavés que en el Atlético. No es igual un club chico que uno grande.
P. ¿Tanta diferencia hay?
R. El Alavés tiene que jugar con un sobreesfuerzo, con garra y presión, sí o sí, no hay elección. Allí hay que trabajar en bloque con la media y la defensa muy juntas, con todos trabajando en la parcela defensiva.
P. ¿Y en el Atlético no?
R. Hombre, es diferente porque este equipo siempre va a buscar los partidos, al ataque. Eso hizo que al principio yo me sintiera desubicado, me sentía muy solo y con unos espacios enormes, pero luego, poco a poco, te acostumbras y acabas controlando esos espacios.
P. Sí, pero daba la impresión de que usted no entendía al entrenador.
R. Yo ya lo dije entonces: cuando disponga de minutos para jugar cogeré confianza y cuando tenga confianza estaré al nivel exigido.
P. ¿Por qué le costó tanto tener esos minutos?
R. Son decisiones del entrenador, él creyó conveniente que yo no jugara y ya está. Todos conocemos a Luis y sabemos sus virtudes, no hay que criticarle, pero yo, sencillamente, pedí minutos y he demostrado que cuando los he tenido he funcionado.
P. Luis le echó su típica charlar particular el jueves pasado, ¿qué le dijo?
R. Nada, cosas del partido y pequeños detalles del juego, como aprender a saber meter el cuerpo, por ejemplo.
P. ¿Cuáles son sus defectos como defensor?
R. El manejo de la pelota con la pierna zurda, el hacer cambios de frente y el temperamento. Tengo mucho genio y por una tontería te pueden sacar una tarjeta amarilla.
P. ¿Qué espera del Rayo, un equipo con un juego muy directo y al rechace en un campo muy estrecho?
R. Sí, todo eso es verdad, pero no se crea que el tamaño del campo influye tanto como se dice, porque ya te conoces los movimientos.
P. Hombre, algo influirá.
R. Sí, pero lo que verdaderamente va a influir es el estado del césped, que está fatal. A mí eso me viene muy mal porque me gusta conducir el balón.
P. Dentro de ocho días vence la opción de compra del Atlético al Milan, ¿qué prefiere, quedarse en un club convulso como el rojiblanco, o en uno tan competitivo en el que se arriesga a no jugar?
R. No sé si es tan competitivo el Milan, porque yo estuve allí con 17 años y todo fue malo. Mi madre se puso enferma y el Milan la cuidó fenomenal, en ese sentido tengo una deuda de gratitud. Pero por otro lado me apetece disputar una competición europea con el Atlético. Siempre me pasa que me clasifico para jugar un torneo con un club y al año siguiente no lo disfruto porque me he tenido que marchar.
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